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EL TANGO Y LA CUESTIÓN SOCIAL

Sin duda que el tango, en su origen, y posterior desarrollo inclusive, es un reflejo de la cuestión social, un reflejo de la sociedad que lo vio nacer y que con el transcurso del tiempo si bien aquella sociedad mejoró producto de muchos factores económicos, industriales y sanitarios, jamás ha logrado extirpar la raíz de la pobreza y sus consecuencias en la convivencia cotidiana de familias, vecinos, campo laboral, etc.

El libro Conversemos de tango (tomo II) nos cuenta al respecto que: “El tango es una síntesis dramática de la vida porteña, —y de cualquier experiencia humana en las grandes urbes del mundo— porque a través de sus letras se descubre la realidad social y las costumbres de la ciudad. El prejuicio y la emotividad son constantes en las letras del tango. Con el transcurso del tiempo, dejaron las tramas intrascendentes o burlonas iniciales, y contemplaron formas más testimoniales de la vida cotidiana. Por ejemplo, la amargura y el dramatismo del conventillo fue escenario de múltiples situaciones vivenciales y pasionales” (…) “A través de las letras de tango, el porteño pudo expresar sus sentimientos, pesares, miedos y circunstancias sociales, datos y observaciones que representan pequeñas crónicas sociológicas de tres minutos de duración. No hay alegría, tristeza, sentimiento, vicio, virtud o costumbre, que no tenga su comentario, elogio o censura expresada en la letra de tango. Es la fuente indicadora más auténtica y precisa de la forma de vivir del porteño, es decir, del alma de la ciudad”.

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