EL CAFISHIO (O CAFICHE) EN EL TANGO

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EL CAFISHIO (O CAFICHE) EN EL TANGO

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Las letras de tango nos presentan a muchos personajes del acontecer citadino, entre ellos el “Cafishio”. Acá les dejamos una semblanza de este controvertido y delictual personaje.

“Cafishio el que vive explotando a la mujer —a quien posee— para su propio beneficio. Buenos Aires (en la época que abordamos) está plagado de prostitución (6.000 prostíbulos). El cafishio, conocido asimismo como rufián, fioca o canfinflero, es un personaje central en un gran número de tangos, como villano y a veces como héroe. Tenía la tarea de proveer de mujeres a los burdeles de la ciudad. Su profesión consistía en explotar a las féminas y captar nuevas pupilas, aunque no llegaba a tener más de dos. Era un trabajo artesanal basado en la pinta y la seducción personal, la labia. Muy diferente de la trata de blancas, con un perfil empresarial que se instaló en Buenos Aires a comienzos del siglo XX y con la cual el cafishio tuvo que competir. Junto con su pupila, el rufián formaba la pareja tutelar, curiosa relación ya que, a causa de la división del trabajo, él era la parte pasiva, el mantenido, mientras ella la activa y laboriosa”.

Bastan aquí, para botón de muestra, los siguientes versos populares:
“Canfinfle, dejá esa mina! ¿Y por qué la voy a dejar? Si ella me calza y me viste. Y me da para morfar…”.

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EL TANGO Y LA CUESTIÓN SOCIAL

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EL TANGO Y LA CUESTIÓN SOCIAL

Sin duda que el tango, en su origen, y posterior desarrollo inclusive, es un reflejo de la cuestión social, un reflejo de la sociedad que lo vio nacer y que con el transcurso del tiempo si bien aquella sociedad mejoró producto de muchos factores económicos, industriales y sanitarios, jamás ha logrado extirpar la raíz de la pobreza y sus consecuencias en la convivencia cotidiana de familias, vecinos, campo laboral, etc.

El libro Conversemos de tango (tomo II) nos cuenta al respecto que: “El tango es una síntesis dramática de la vida porteña, —y de cualquier experiencia humana en las grandes urbes del mundo— porque a través de sus letras se descubre la realidad social y las costumbres de la ciudad. El prejuicio y la emotividad son constantes en las letras del tango. Con el transcurso del tiempo, dejaron las tramas intrascendentes o burlonas iniciales, y contemplaron formas más testimoniales de la vida cotidiana. Por ejemplo, la amargura y el dramatismo del conventillo fue escenario de múltiples situaciones vivenciales y pasionales” (…) “A través de las letras de tango, el porteño pudo expresar sus sentimientos, pesares, miedos y circunstancias sociales, datos y observaciones que representan pequeñas crónicas sociológicas de tres minutos de duración. No hay alegría, tristeza, sentimiento, vicio, virtud o costumbre, que no tenga su comentario, elogio o censura expresada en la letra de tango. Es la fuente indicadora más auténtica y precisa de la forma de vivir del porteño, es decir, del alma de la ciudad”.

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LA HISTORIA DEL TANGO A SU ALCANCE

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LA HISTORIA DEL TANGO A SU ALCANCE

Conversemos de tango, un libro que todo amante del tango debe tener.

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LOS ORGANITOS CALLEJEROS

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LOS ORGANITOS CALLEJEROS

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Los organitos callejeros fueron sin duda grandes difusores del tango, su presencia ambulante por los diferentes barrios fueron un atractivo que se ganó el cariño de la gente, que bailaba el tango al compás de la música de los organitos. En su libro, el Dr. Lázaro Wisnia nos cuenta que: “Los organitos callejeros difundieron el tango por los barrios, era muy común ver bailarlo en las calles, muchas veces entre hombres. Porque como hemos visto antes, en los comienzos el tango se bailaba, con frecuencia, entre hombres. No se atrevía la mujer a participar en esta danza, tenida por lúbrica y procaz. Nos referimos a mujeres en el concepto tradicional, de familias, honestas y decentes. Las “otras”, las pecaminosas, sí aparecen asociadas al tango desde sus primeros días. Pero, además, no había mujeres suficientes, solo una por 8 a 10 hombres”.

Dado lo anterior, y a falta de las tecnologías que dieron paso al gramófono y a los discos grabados —tampoco existía la radio—, la contribución de los organitos ambulantes fue significativa. De hecho los autores del tango los incluyeron en varios de sus títulos y letras. Entre los más conocidos podemos mencionar: “El Porteñito”, “Organito de la tarde”, “Ventanita de arrabal” y “El último organito”. Los primeros tangos de los organitos fueron “El otario”, “Nueve de Julio” y “La Morocha”.

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