SUS OJOS SE CERRARON…

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SUS OJOS SE CERRARON

Seguimos celebrando esta semana de San Valentín con otro tango donde el amor se estremece y la muerte entumece la melodía y el canto, “Sus ojos se cerraron”. Compuesta por Carlos Gardel y Alfredo Le Pera e incluida en la película El día que me quieras (1935), acá el Zorzal Criollo realiza una desgarradora y notable interpretación. Les dejamos parte de la letra y un video para que la puedan escuchar.

EXTRACTO LETRA

Sus ojos se cerraron
Y el mundo sigue andando
Su boca que era mía
Ya no me besa más
Se apagaron los ecos
De su reír sonoro
Y es cruel este silencio
Que me hace tanto mal

Fue mía la piadosa
Dulzura de sus manos
Que dieron a mis penas
Caricias de bondad
Y ahora que la evoco
Hundido en mi quebranto
Las lágrimas trenzadas
Se niegan a brotar
Y no tengo el consuelo
De poder llorar

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LOS GUITARRISTAS DE GARDEL

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LOS GUITARRISTAS DE GARDEL

Desde sus orígenes como cantante folclórico, Gardel fue siempre un artista de guitarra, como el único instrumento que lo acompañara. Solo en contadas ocasiones actuó o grabó con alguna orquesta típica. Estos son los guitarristas que pasaron a la historia del tango junto al Zorzal:

  • (1911-1917). José Razzano. Dúo Gardel-Razzano.
  • (1911). Francisco Martino, forman el Terceto Nacional.
  • (1913). Se suma Saúl Salinas por solo unos meses.
  • (1916). Se suma el Negro José Ricardo.
  • (1921). Se agrega Guillermo Desiderio Barbieri, que lo acompañará durante más de catorce años, hasta la desaparición física de ambos en Medellín. Fue el guitarrista que más grabó junto a Gardel.
  • (1930). Se agrega Ángel Domingo Riverol convertido en el cuarto guitarrista (en orden cronológico) de Gardel, secundándolo junto a Guillermo Barbieri y José María Aguilar.

El binomio José Ricardo y Guillermo Barbieri con 445 temas, fueron sus máximos acompañantes, representando la mitad del total de sus registros. Barbieri fue el guitarrista que más secundó a Gardel, y José Ricardo también lo secundó durante catorce años y, además, lo hizo en forma ininterrumpida.

En el fatal accidente de Medellín, en 1935, fallecen Gardel, Alfredo Le Pera, y los guitarristas Guillermo Barbieri y Ángel Domingo Riverol, quien murió dos días después. El guitarrista y cantante uruguayo José María Aguilar sobrevivió, pero desfigurado físicamente y con sus manos inutilizadas.

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LA HISTORIA DEL TANGO A SU ALCANCE

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LA HISTORIA DEL TANGO A SU ALCANCE

Conversemos de tango, un libro que todo amante del tango debe tener.

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LA RUBIA MIREYA ¿MITO O REALIDAD?

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LA RUBIA MIREYA, ¿MITO O REALIDAD?

Afiche película Rubia Mireya

Escritor francés Frédéric Mistral

En la poética del tango, son muchas las mujeres que han quedado inmortalizadas en sus letras, entre ellas Malena, Grisel, Margot y, por supuesto, la mítica rubia Mireya. Pero, ¿realmente existió o solo fue parte de la imaginación del autor del tango Tiempos viejos? En el libro Conversemos de tango, se cuenta lo siguiente:

“El caso de la rubia Mireya es pura invención, pero tiene estirpe. Los orígenes del nombre podemos ubicarlo en la región de Provenza, en el sur de Francia. El poeta Frédéric Mistral (1830-1914), Premio Nobel de Literatura en 1904, y por quien Lucila Godoy, la poetisa chilena y también premio Nobel, tomó su seudónimo como Gabriela Mistral, escribió en 1859 un largo poema en el que retrata la vida cotidiana en la región, y coloca de personaje principal a una mujer, cuyo nombre da título a la obra: Mirèio, en lengua provenzal. Este nombre traducido al francés se convierte en Mireille, que, al arribar a nuestro puerto, los argentinos transforman en Mireya. Más tarde el poema se transformó en argumento de una ópera de corte humorístico y costumbrista. La ópera tuvo gran éxito en Francia y no tardó mucho tiempo en ser conocida en Argentina, lo que seguramente provocó que se comenzara a utilizar en la región del Río de la Plata, el nombre Mireya como apelativo femenino.

La primera referencia la vemos en un sainete (breve obra teatral de argumento sencillo), “El Rey del Cabaret”, del autor Manuel Romero, la obra estrenada en 1923, tenía como protagonista femenino a Mireya, muchacha que gustaba de las noches con champagne, bailando tangos y conquistando corazones, con un final feliz, donde la muchacha contrae matrimonio con un joven adinerado, de buena familia. Tres años más tarde, 1926, el propio Manuel Romero escribe la letra del famoso tango de Francisco Canaro “Tiempos viejos”. En ella inmortaliza a la Rubia Mireya”.

En 1948 Manuel Romero dirigió la película “La rubia Mireya”, que fue protagonizada por la actriz Mecha Ortiz, Fernando Lamas, Elena Lucena y Severo Fernández en los roles estelares.

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TANGO CANYENGUE

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TANGO CANYENGUE

En la foto: personas bailando en las primeras milongas.

“Tango de la guardia vieja/ Compadrón y sensiblero,/ El del compás milonguero/ Que reinó en el tiempo aquel./ Tango de la guardia vieja/ Tango guapo y melodioso,/ El del Canyengue canoso/ Tango viejo del ayer”.

El canyengue es por definición una manera de bailar el tango, opuesta al baile de salón, cuyas raíces se remontan a los arrabales. Una característica es la sensualidad de sus movimientos y seducción con intenciones sexuales marcadas, como cuando se bailaba en los prostíbulos. Canyengue es una expresión popular, de origen africano, que deriva de las palabras “candombe” y “yongo”, pronunciada primero como canyongo y después canyengue. También tenemos el “caminar canyengue”, caracterizado por su sinuosidad arrabalera.  El baile canyengue: “pasó a ser allá por el 1900, un baile sensual y picaresco, con movimientos cortados y marcados. Sus compases eran 4×8, pero con el paso del tiempo las partituras se fueron puliendo hasta llegar al tango actual de 2×4”.

Si bien el baile evolucionó, muchos aún lo bailan a la manera antigua, con todas sus características iniciales. Se trata pues, del estilo más antiguo del baile del tango, y una de sus bellezas es el estilo inicial. Por ejemplo, los bailarines se abrazan de costado, inclinándose en un movimiento íntimo. Pero más que hablar del tango canyengue, debemos bailarlo. Sin duda.  

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El tango y la hípica

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El tango y la hípica

En la foto Gardel y Leguisamo en el Hipódromo de Palermo en Buenos Aires.

Tango e hípica han tenido un romance que permanece en el tiempo. De hecho uno de los tangos más famosos, “Por una cabeza” (Gardel y Le Pera), alude a esto: “Por una cabeza, de un noble potrillo/ Que justo en la raya, afloja al llegar/ Y que al regresar, parece decir/ No olvides, hermano/ Vos sabes, no hay que jugar” (…) Cuántos desengaños, por una cabeza/ Yo juré mil veces no vuelvo a insistir/ Pero si un mirar me hiere al pasar/ Su boca de fuego/ Otra vez quiero besar.”. En la letra (o poema) se va haciendo una analogía entre la pérdida del amor de una mujer y la pérdida en un juego de azar, como también podríamos definir a la hípica.

Carlos Gardel fue un hípico entusiasta y forjó amistad con el famoso jinete uruguayo Irineo Leguisamo, que le corría su caballo “Lunático”. En 1925 Gardel grabó el tango de Modesto Papavero, “Leguisamo solo”, que muchos creen erróneamente que su composición pertenece a Gardel y Le Pera, como se lee en algunas publicaciones. En él se resaltan las condiciones del jockey, apodado “El Pulpo”, que lo llevaron a ser famoso en todo el continente: “Alzan las cintas; parten los tungos/ Como saetas al viento veloz…/ Detrás va el Pulpo, alta la testa/ La mano experta y el ojo avizor./ Siguen corriendo; doblan el codo,/ Ya se acomoda, ya entra en acción…/ Es el maestro el que se arrima/ Y explota un grito ensordecedor./ Leguisamo solo!…/ Gritan los nenes de la popular./ Leguisamo solo!…/ Fuerte repiten los de la oficial…”.

Otro tango de antología es “Palermo”, homónimo del famoso hipódromo y compuesto en 1929 por Juan Villalba y Hermido Braga con música de Enrique Delfino. Narra la desdicha de un jugador y la miseria a la que pueden conducir las carreras de caballos cuando se transforman en un vicio: “¡Maldito seas, Palermo!/ Me tenés seco y enfermo,/ mal vestido y sin morfar,/ porque el vento los domingos/ me patino con los pingos/ en el Hache Nacional./ Pa’ buscar al que no pierde/ me atraganto con la Verde/ y me estudio el pedigré/ y a pesar de la cartilla/ largo yo en la ventanilla/ todo el laburo del mes”. (…) “Palermo, cuna de reos,/ por tu culpa ando sin cobre,/ sin honor ni dignidad;/ soy manguero y caradura,/ paso siempre mishiadura/ por tu raza caballar./ Me arrastra más la perrera,/ más me tira una carrera/ que una hermosa mujer./ Como una boca pintada/ me engrupe la colorada/ cual si fuera su mishé”.

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EL TANGO Y LOS BARRIOS

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EL TANGO Y LOS BARRIOS

Buenos Aires. Mercado del Abasto en 1898 (Barrio de Balvarena)

Niños en un barrio de Buenos Aires a principio del siglo XX

La relación entre los barrios y el tango comienza desde el nacimiento de este. Son inseparables. El sentimiento de pertenencia en el espíritu rioplatense, expresado en el concepto de barrio, se aferra al tango con pasión. Son incontables los tangos que dan cuenta de esta relación. El tango viene de los arrabales, muchos de los cuales, con el paso de los años, darían vida a los barrios de Buenos Aires. De hecho los barrios, en la capital argentina, son parte de la división administrativa de la ciudad, teniendo cada uno de ellos una marcada identidad propia. Entre los más famosos, tenemos La Boca, San Telmo, Palermo, Recoleta, Boedo, Nueva Pompeya, etcétera.

Uno de los tangos más famosos, que nos habla de los barrios, es sin duda “Sur” de Manzi y Troilo, cuyas grabaciones más populares son las interpretadas por Edmundo Rivero y el “Polaco” Goyeneche, dos grandes versiones: “San Juan y Boedo antiguo y todo el cielo/ Pompeya y más allá la inundación./ Tu melena de novia en el recuerdo/ y tu nombre flotando en el adiós” (…) “Sur…/ paredón y después./ Sur…/ una luz de almacén./ ya nunca me verás cómo me vieras/ recostado en la vidriera/ esperándote” (…) “Las calles y las lunas suburbanas/ y mi amor en tu ventana:/ todo ha muerto, ya lo sé”. Tampoco podemos dejar de mencionar “Melodía de arrabal”, que compusieran Gardel, Le Pera y Battistella, donde encontramos algunos de los más bellos versos sobre los barrios: “Barrio plateado por la luna/ rumores de milonga/ es toda tu fortuna;/ hay un fuelle que rezonga/ en la cortada mistonga” (…) “Barrio, barrio,/ que tenés el alma inquieta/ de un gorrión sentimental”. Otro tango que alcanzó notoria fama, compuesto por Blomberg y Maciel e interpretado por Alberto Castillo, se titula “La que murió en París”, inspirado en Margarita Gautier, la heroína de Alejandro Dumas hijo, en su novela La dama de las camelias: “Yo sé que aún te acuerdas del barrio perdido,/ de aquel Buenos Aires que nos vio partir./ En tus labios fríos aún tiemblan los tangos/ que en París cantabas antes de morir”.

Algunos especialistas afirman que el tango tiene que tener tres ingredientes insustituibles: “melancolía, amor y barrio”. Lo que no deja de ser cierto. Algunos barrios con tangos propios son: Flores, con el tango “San José de Flores” de Armando Acquarone y Enrique Gaudino. Caballito, con un tango homónimo compuesto por Adolfo Avilés. Y así suma y sigue, “Bajo Belgrano”, “A media luz”, “Sangre Maleva” y tantos otros.

Sin duda el barrio es fundamental en la vida, quizás nuestra primera identidad territorial. Escribió Homero Expósito en el tango “Viejo barrio poligrillo”: En el barrio que nací/ todo tiene más color…/ En el barrio que crecí/ siempre el tango sigue/ en flor./ Es la única verdad/ que no sabe de maldad/ porque tiene la madera/ silenciosa y duradera/ que cultiva la amistad…”.

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