LOS INSTRUMENTOS MUSICALES DEL TANGO

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LOS INSTRUMENTOS MUSICALES DEL TANGO

En sus inicios, el tango fue interpretado con instrumentos tales como arpa, violín y flauta, que con el paso del tiempo fueron siendo reemplazados por otros. En el libro Conversemos de tango, sobre el tema, se cuenta lo siguiente:

“La melodía provenía, en sus inicios, de modestos tríos compuestos por un conjunto de arpa, violín y flauta, a veces con el agregado del acordeón, que procedía de Italia, o de un mandolín. Pero no siempre fue así, en general, en la realidad en que se vivía, el conjunto se formaba como se podía, es decir, con la cantidad de músicos que se tuvieran a mano, incluyendo arpistas, mandolinistas, acordeonistas e intérpretes de otros instrumentos, luego desterrados para siempre del tango”.

Al respecto, se puede decir que en un principio estaban el arpa, violín, flauta. Luego fueron guitarra, violín y flauta. Posteriormente se incorporaron, piano y bandoneón. Actualmente algunos grupos incluyen percusión e incluso guitarra eléctrica. En todo caso, el ritmo del tango es siempre reconocible sean cuales sean los instrumentos con que se le interprete.

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EL BANDONEÓN DE LA MANO DEL TANGO

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EL BANDONEÓN DE LA MANO DEL TANGO

En la foto: Músico argentino Osvaldo Piro, bandeonista (Orq. típica), durante su actuación en un festival. Año 1972.

El bandoneón y el tango van de la mano, sin duda alguna. Acá compartimos la apreciación de dos visiones: “Óscar Zucchi, historiador e investigador argentino, especializado en el tango y dentro de ese campo en el bandoneón, y autor de una gigantesca historia bandoneonística del tango, editada por la editorial argentina Corregidor, explica que, hasta su advenimiento, en la segunda década del siglo XX, los bandoneonistas tenían tendencia a remedar con el instrumento al organito ambulatorio y a la flauta, gradualmente desplazada de los primitivos cuartetos”.

Por su parte, Gustavo Varela, filósofo y músico, dice: “el bandoneón produce necesariamente una escucha tanguera. Lleva para un lado que tiene que ver con el tango. Pero es un enorme misterio que el bandoneón sea el instrumento del tango. Es complejo, caro, muy raro y difícil de tocar (tiene cuatro teclados). Pesa siete kilos: ¡Hay que tocarlo colgado! Inventado en Alemania, en el siglo XIX, efectivamente con él se llevaba música a las procesiones religiosas. Tiene un sonido de una profundidad y unos graves extraordinarios, permite un bajo continuo que predispone a la religiosidad. Me fascinaba escuchar a Ernesto Baffa tocando Bach con el bandoneón. Al parecer, llegó durante la Guerra del Paraguay, traído por José Santa Cruz, un negro que tocaba en los momentos en que descansaban de la batalla. Podría haber sido otro instrumento, podría haber sido el acordeón o piano que es más fácil y, sin embargo, para el tango quedó el bandoneón”. “El tango —insiste Varela— tiene algo excepcional: es un ritmo sin instrumentos rítmicos. El único instrumento percusivo es el piano, que es más bien melódico que percusivo. La mano izquierda toca la base rítmica. El primer tango, “El Entrerriano”, fue compuesto arriba de un piano. Su presencia motorizó al tango”.

El bandoneón le dio al tango el sello definitivo. Instrumento sentimental, pero dramático y profundo, a diferencia del sentimentalismo fácil y pintoresco del acordeón, terminaría por separarlos para siempre del firulete divertido -del tango reo y alegre- y de la herencia candombera.

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TANGO “EL CHOCLO” Y SUS 4 VERSIONES

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TANGO “EL CHOCLO” Y SUS 4 VERSIONES

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Algunos tangos famosos no solo han tenido una versión en su letra. En el caso de “El Choclo” existen 4 versiones, unas más conocidas que otras. En el libro Conversemos de tango, se nos explica que: “De las cuatro versiones, las dos primeras en 1903 (o tal vez 1898) y la de 1905, llevan música y letra de Ángel Villoldo. Las dos versiones posteriores mantienen la música original de Villoldo, pero la letra cambia. En 1930 la letra es de Juan Carlos Marambio Catán. Finalmente, la versión más conocida es la de 1946 con letra de Enrique Santos Discépolo, a pedido de Libertad Lamarque, que quiso cantar este tango en la película mexicana Gran Casino”. “El choclo” es uno de los tangos más populares y ha sido grabado por infinidad de intérpretes.

Acá les dejamos la primera estrofa de cada versión, ¿con cuál se queda usted?

EL CHOCLO (I)

(1903 ó 1898).

Letra y música: Ángel Villoldo

De un grano nace la planta

Que más tarde nos da el choclo,

Por eso de la garganta

Dijo que estaba bichoco.

Y yo como no soy otro

Más que un tanguero de fama,

Murmuro con alborozo

Está muy de la banana.

EL CHOCLO (II)

(1905) 

Letra y música: Ángel Villoldo

Oíme china, que tengo mucho que hablarte

De una cosa que a vos no te va a gustar,

Largá el rollo, que aquí te escucho y explicate

Lo que pases

… no es tontera

Pues te juro que te digo la verdad.

Dame un beso, no me vengas con chanela

Dejate de tonteras, no me hagas esperar.

EL CHOCLO (III)

Música: Ángel Gregorio Villoldo (1903)

Letra: Juan Carlos Marambio Catán (1930)

Vieja milonga, que en mis horas de tristeza

Traes a mi mente tu recuerdo cariñoso,

Y encadenándome a tus notas dulcemente

Siento que el alma se me encoge poco a poco.

Recuerdo triste de un pasado que en mi vida

Dejó una página de sangre escrita a mano,

Y que he llevado como cruz de mi martirio

Aunque mi carga infame me llene de dolor.

EL CHOCLO (IV)

(1946)

Música: Ángel Gregorio Villoldo

Letra: Enrique Santos Discépolo

Con este tango que es burlón y compadrito

Se ató dos alas la ambición de mi suburbio,

Con este tango nació el tango, y como un grito

Salió del sórdido barrial buscando el cielo.

Conjuro extraño de un amor hecho cadencia

Que abrió caminos sin más ley que la esperanza,

Mezcla de rabia, de dolor, de fe, de ausencia

Llorando en la inocencia de un ritmo juguetón.

Por tu milagro de notas agoreras

Nacieron sin pensarlo, las paicas y las grelas,

Luna de charcos, canyengue en las caderas

Y un ansia fiera en la manera de querer…

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EL HUMOR EN EL TANGO

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EL HUMOR EN EL TANGO

Si bien la mayoría de los tangos son más bien tristes, melancólicos y con tonos dramáticos cuando de amor se trata, también muchos de ellos incorporan el humor en sus letras. Sobre este tema, el Dr. Lázaro Wisnia explica que: “Como ya se ha mencionado, el tango es el reflejo de la vida del arrabal, de los barrios pobres y de esa vida de miseria. En las primeras décadas del tango, en el ámbito del Río de la Plata, todo era miseria, pobreza y mucho sufrimiento, como para llenar enciclopedias. Pero también hay un sabor distinto al del “arrabal amargo” tan típico del tango. La prehistoria del tango está llena de versos picarescos, muchos de ellos burdos y sin calidad. Pero luego, las letras de humor marrullero florecieron allá por los años 80. Efectivamente, en sus comienzos en realidad el tango fue más bien un canal del humor popular, con los chistes y anécdotas propios de la época, con mucho lenguaje procaz, que en parte persistió con ese sentido del humor en las décadas posteriores, paralelamente a la tragedia de la vida, por decirlo de alguna manera. Un poco por sus orígenes, un poco por sorda repetición, el público se fue haciendo la idea de que el tango es sinónimo de tristeza, melancolía, dolor, frustración”.

Lo anterior queda demostrado en letras de tangos muy populares escritos por grandes autores, donde se caracterizan personajes de la vida cotidiana resaltando sus defectos y modos de convivencia, o la picardía de otros tantos, como, por ejemplo, en el tango “Garufa” (de Roberto Fontaina y Juan A. Collazo), que narra la vida, a modo de sorna, de un joven dado a los placeres de la jarana: “Del barrio La Mandiola sos el más rana/ y te llaman Garufa por lo bacán;/ tenés más pretensiones que bataclana/ que hubiese hecho suceso con un gotán”. Otros casos son los tangos “Al mundo le falta un tornillo” (de Enrique Cadímaco y José María Aguilar); “El hipo” (de Enrique Alessio y Reinaldo Yiso). Y así muchos más. Acá les dejamos con el tango “No es por hablar mal” (de Manuel Romero y Enrique Delfino) en la voz de Tita Merello:

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EDMUNDO RIVERO Y ROBERTO GOYENECHE, DOS LEYENDAS

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EDMUNDO RIVERO Y ROBERTO GOYENECHE, DOS LEYENDAS

En la foto: De izquierda a derecha, Roberto Goyeneche (1926-1994) y Edmundo Rivero (1911-1986). 

Edmundo Rivero (1911-1986) y Roberto Goyeneche (1926-1994), son dos de los cantantes más significativos de la historia del tango, tanto por sus modos escénicos como por sus peculiares voces y estilos de interpretación. Cada uno dejó su sello personal en tangos que en sus voces alcanzaban la máxima expresión. Ambos trabajaron con grandes músicos y directores, entre ellos Horacio Salgán, Astor Piazzolla y Aníbal Troilo, manteniendo con este último un vínculo muy especial. Con Troilo (“Pichuco”) Rivero (el “Gaucho”) y Goyeneche (el “Polaco”) conquistaron grandes éxitos. Sobre esta relación, Eduardo Berti, ha señalado en la versión online de  revista Caras y Caretas: “El nivel de los cantores de Troilo es siempre muy alto, pero ellos dos llegan a conquistar un estatus mayor. En cuanto se habla del posible heredero de Gardel aparecen, casi siempre, los apellidos de Rivero y Goyeneche” (…) “Goyeneche es símbolo de porteñidad. Rivero es lunfa, reo, barrial, pero también un “cantor nacional” (…) “Troilo, al tomar a Rivero, hace que el tango adopte a un cantor que parte del público tanguero no estaba dispuesto a recibir. El gesto osado de fichar a ese cantor con fama de feo y con voz muy grave marca un antes y un después en la noción de vocalista de tango. Con Rivero, recluta a un cantor nada típico para una típica. Alguien que es, además, guitarrista, letrista y compositor” (…) “Rivero es el cantor que corona la década del 40 de Troilo. Goyeneche, el cantor que sobresale en la década del 50 de Troilo. Rivero y Goyeneche versionan los tangos con tanta identidad que luego de sus versiones sus colegas de canto hacen un paréntesis de impotencia y admiración. Homero Expósito le decía al Polaco: “No me cantés más tangos así, tan bien, poniendo los puntos, las comas y los silencios, porque después nadie más me los interpreta”. Rivero fascina más a los tradicionalistas; Goyeneche, a los progresivos y a los jóvenes”.

Grandes voces que compartieron, y continúan haciéndolo, el afecto de los amantes del tango, cada uno en su propia expresión, porque más allá de si uno u otro fue mejor, asunto por lo demás inconducente, han sido parte de la expresión máxima del tango. Voces inolvidables que no cesan de cantar.

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OTRAS INTERESANTES OPINIONES SOBRE EL LIBRO CONVERSEMOS DE TANGO

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OTRAS INTERESANTES OPINIONES SOBRE EL LIBRO CONVERSEMOS DE TANGO

Mauricio Restrepo Gil

"Lázaro Wisnia Gurovich es uno de los investigadores más versados con que cuenta actualmente el tango"

"Conversemos de tango, no es un libro más sobre tango, es con las enciclopédicas obras de los hermanos Héctor y Luis J. Bates, Horacio Ferrer, Horacio Salas, y entre cientos más, un libro imprescindible en la historiografía del tango.

El tango es un ciudadano del mundo que, ha campeado con su origen sórdido y oscuro, en las principales salas de baile, en las mejores películas, en las obras más encumbradas de la literatura, y por encima de todo en voces e instrumentos que lo han dignificado. “Es un pensamiento triste que se baila”, al decir de Enrique Santos Discépolo.

El médico Lázaro Wisnia Gurovich, de origen argentino y cuna chilena, residenciado hace muchos años en Estados Unidos, es uno de los investigadores más versados con que cuenta actualmente el tango; si Borges, Cortázar o Sábato vivieran, estarían muy complacidos con la aparición de Conversemos de tango, libro que, estoy seguro será de consulta obligada entre los estudiosos y aficionados de este popular aire rioplatense a lo largo y ancho del universo".

Carlos Hugo Burgstaller

"Celebro la aparición de este monumental trabajo porque permite hacer un recorrido por la que tal vez sea nuestra más original creación colectiva: el tango"

"El tango puede ser una invitación al baile, a la música y, muy posiblemente, también a la reflexión. Es por eso que celebro la aparición de este monumental trabajo del Dr. Lázaro Wisnia Gurovich porque permite, una vez más, hacer un recorrido por la historia de la que tal vez sea nuestra más original creación colectiva: el tango.

Y en ese recorrido, la lectura nos propone un repensar de lagunas cosas que, de una manera u otra, forman parte de nuestra idiosincrasia y de nuestro propio destino. Bien venido sea este libro sobre el tango y bien venido una nueva oportunidad para reflexionar a través de su historia sobre nosotros mismos".

José María Otero

"Lázaro Wisnia Gurovich es uno de los investigadores más versados con que cuenta actualmente el tango"

"Sobre la historia del Tango y sus circunstancias se han escrito infinidad de folios, de historias, de anécdotas y también se han repetido tópicos equivocados. Este libro de Lázaro Wisnia Gurovich, Conversemos de tango, profundiza en los orígenes, desarrollo, características temáticas y formales del Tango, y nos proporciona un soplo de aire fresco sobre el género musical popular rioplatense, que hoy día se ha popularizado en todo el mundo merced al baile, que fue el origen del Tango".

 

 

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GARDEL CANTA Y BAILA

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GARDEL CANTA Y BAILA

En la foto: Mona Maris y Carlos Gardel en la cinta “Cuesta abajo” (Paramount, 1934).

Algo destacado en el libro Conversemos de tango, es un capítulo relativo al baile, donde se narran interesantes aspectos de cómo se baila el tango y sus comienzos como danza popular. También, relacionado con el baile, el autor se refiere a las dotes de bailarín de Carlos Gardel. Cuenta en las páginas de su libro el Dr. Lázaro Wisnia:

“En este punto recordamos a Carlos Gardel, no precisamente por haber cantado “Bailarín compadrito”, el magistral tango de Miguel Bucino, sino por dos hechos que rescatan al Zorzal como bailarín, y que debemos recordar: Miguel Ángel Morena, en su libro Historia artística de Carlos Gardel, refiriéndose a las actuaciones del dúo Gardel-Razzano, en Chile, en 1917, dice lo siguiente: “El 5 de octubre, en el Teatro Olimpo de Viña del Mar, se presentan los cantores, compartiendo los programas con la tonadillera Roxana. Para hacer más interesante la velada del debut -como grato-, en 1917, en la presentación en el Teatro Colón de Valparaíso, Gardel además de cantar, más que nada temas folclóricos, cumplió con lo que rezaba el programa ese día: bailar un tango con la cantante Roxana. “Montevideo” de Roberto Firpo, fue la pieza escogida con la que Gardel demostró que, junto con poseer una muy afinada garganta, era también un ejecutante de un baile sensual, por esos años controvertido, que incluso había recibido la condena del Papa Pío X. Bailar el tango en público podría interpretarse como un regalo del cantante que nunca más repetiría, solo en la intimidad de grupos de amigos”.

Evidentemente Gardel bailaba el tango a la manera de donde se crió, recorriendo las calles del Abasto, con ese estilo arrabalero que baila el pueblo. Esto antes de que el baile del tango se “institucionalizara”, por decirlo de alguna manera. Recordemos que todos los bailes tradicionales tienen su versión popular y su versión oficial, como por ejemplo sucede en Chile con la cueca. Una versión no niega a la otra, obviamente, pero es claro que lo oficial siempre quiere trascender en el tiempo por sobre lo popular. En el caso del tango, además de las grandes coreografías que se pueden observar en coloridos espectáculos, el baile nacido con estilo arrabalero sigue ganando adeptos, porque el pueblo jamás olvida sus raíces, así como tampoco jamás las olvidó el inmortal Zorzal Criollo, que no solo cada día canta mejor, sino que también cada día baila mejor…

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El tango y la hípica

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El tango y la hípica

En la foto Gardel y Leguisamo en el Hipódromo de Palermo en Buenos Aires.

Tango e hípica han tenido un romance que permanece en el tiempo. De hecho uno de los tangos más famosos, “Por una cabeza” (Gardel y Le Pera), alude a esto: “Por una cabeza, de un noble potrillo/ Que justo en la raya, afloja al llegar/ Y que al regresar, parece decir/ No olvides, hermano/ Vos sabes, no hay que jugar” (…) Cuántos desengaños, por una cabeza/ Yo juré mil veces no vuelvo a insistir/ Pero si un mirar me hiere al pasar/ Su boca de fuego/ Otra vez quiero besar.”. En la letra (o poema) se va haciendo una analogía entre la pérdida del amor de una mujer y la pérdida en un juego de azar, como también podríamos definir a la hípica.

Carlos Gardel fue un hípico entusiasta y forjó amistad con el famoso jinete uruguayo Irineo Leguisamo, que le corría su caballo “Lunático”. En 1925 Gardel grabó el tango de Modesto Papavero, “Leguisamo solo”, que muchos creen erróneamente que su composición pertenece a Gardel y Le Pera, como se lee en algunas publicaciones. En él se resaltan las condiciones del jockey, apodado “El Pulpo”, que lo llevaron a ser famoso en todo el continente: “Alzan las cintas; parten los tungos/ Como saetas al viento veloz…/ Detrás va el Pulpo, alta la testa/ La mano experta y el ojo avizor./ Siguen corriendo; doblan el codo,/ Ya se acomoda, ya entra en acción…/ Es el maestro el que se arrima/ Y explota un grito ensordecedor./ Leguisamo solo!…/ Gritan los nenes de la popular./ Leguisamo solo!…/ Fuerte repiten los de la oficial…”.

Otro tango de antología es “Palermo”, homónimo del famoso hipódromo y compuesto en 1929 por Juan Villalba y Hermido Braga con música de Enrique Delfino. Narra la desdicha de un jugador y la miseria a la que pueden conducir las carreras de caballos cuando se transforman en un vicio: “¡Maldito seas, Palermo!/ Me tenés seco y enfermo,/ mal vestido y sin morfar,/ porque el vento los domingos/ me patino con los pingos/ en el Hache Nacional./ Pa’ buscar al que no pierde/ me atraganto con la Verde/ y me estudio el pedigré/ y a pesar de la cartilla/ largo yo en la ventanilla/ todo el laburo del mes”. (…) “Palermo, cuna de reos,/ por tu culpa ando sin cobre,/ sin honor ni dignidad;/ soy manguero y caradura,/ paso siempre mishiadura/ por tu raza caballar./ Me arrastra más la perrera,/ más me tira una carrera/ que una hermosa mujer./ Como una boca pintada/ me engrupe la colorada/ cual si fuera su mishé”.

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Conversemos de tango, una obra esencial

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Conversemos de tango, una obra esencial

Lo puedes encontrar en sus dos versiones: impreso y digital

Lázaro Wisnia Gurovich, autor

Una de las características del libro Conversemos de tango, del Dr. Lázaro Wisnia Gurovich, es la cantidad de información sobre el tango en una sola obra, en este caso dividida en tres tomos con la información muy bien distribuida. Se trata de un compendio elaborado minuciosamente y con un sentido de conversatorio, donde el lector puede ir dialogando con el autor. Y tiene la novedad de los QR Iconos, códigos con los cuales se puede acceder a la música. Conversemos de tango hace un recorrido desde la prehistoria del tango hasta la evolución más moderna de este. Pasando por los grandes autores, cantantes, músicos, bailarines, orquestas y sus directores, todo dentro del contexto social de cada época. Nada escapa al autor, todo es captado en su escritura y puesto a disposición del público. En palabras del propio autor: “El tango es vida y pasión, entusiasmo. No le pertenece a nadie y a la vez nos pertenece a todos aquellos que nos dejamos envolver por su encanto y creatividad. Así, el tango es de todos nosotros, y algunos sabemos más y otros menos. No es el propósito establecer jerarquías, sino más bien para conversar sobre un tema que nos apasiona a todos. En ese espíritu mutuo entre el lector(a) y el autor, está escrito este libro”.

CONTENIDO DE LA OBRA

Volumen I

  1. Los orígenes (ca 1860 – 1897). La prehistoria del tango o la era del Prototango
  2. Guardia Vieja (ca 1897 – 1917). La adolescencia del tango

Volumen II

III. Guardia Nueva (ca 1917 – 1935). La madurez del tango

  1. Carlos Gardel. Su vida y su obra
  2. La Época de Oro del tango argentino (ca 1935 – 1955)
  3. Tango y realidad. La política nacional, las dictaduras argentinas. Los tangos prohibidos

VII. Los últimos 60 años (ca 1955 a la fecha). Decaimiento y resurgimiento. El tango nuevo

VIII. Epílogo: Una mirada al horizonte / Tango: “Confieso que he vivido”

Volumen III

  1. Letras de tango. Historia y anecdotario
  2. Breve diccionario. Lunfardo y afines, gaucho y cocoliche

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