UNA MIRADA QUE DESMIENTE AL TÍPICO MACHO TANGUERO

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EL TANGO Y LOS BARRIOS

Magali Saikin, autora del libro “Tango y género” (Identidades y roles sexuales en el tango argentino), se mete de lleno en un tema espinoso y revisa historias, letras y modismos para arribar a conclusiones que enardecerán a más de un dogmático. Sin duda un tema para la polémica.

“¿Que el tango, escrito y cantado por hombres, coloca a la mujer en la conveniente dualidad madre santa/prostituta? Bueno, es solo en algunas letras. ¿Pero que tiene además un importante contenido homosexual? ¡Vade retro! ¿Que al principio se bailaba entre hombres? ¡Por favor, era para practicar, no había mujeres a mano! ¿Que las primeras cancionistas se vestían de hombres? Sería para abrirse camino. ¿Qué, en un clásico como Malevaje, el guapo “pierde el cartel” porque se va con otro guapo? Suena a exceso de interpretación. ¿Qué hay huellas comprobables de homosexualidad en mitos tangueros como Azucena Maizani, Eduardo Arolas, Agustín Magaldi y hasta… Carlos Gardel? Parece demasiado. Magalí Saikin, argentina residente en Alemania, se atreve a enfrentar un canon complicado con estas afirmaciones en “Tango y género”, el libro que surgió de su tesis de doctorado. Y lo que encuentra, en un minucioso trabajo de búsqueda y reconstrucción, es una importante zona del discurso que quedó censurada por la oficialidad del tango, regida por la norma hetero”.

“Con ir a los textos populares del 1900 se encuentran huellas homoeróticas implícitas y explícitas. Hay mucho material que tematiza la homosexualidad de los proxenetas: “Por Riobamba y por Junín/ por Ayacucho y Corrientes/ yira una barra valiente/ de cafishios sin bulín/ con el loco berretín/ de saber tirar la daga. Y de tan mentada plaga/ encontrarán para mi ver/ cafishios que han de tener/ el orto lleno de llagas”. Autores como Juan José Sebreli analizan este personaje arquetípico, el “compadrito de la orilla homosexual”, “el chongo”. Pero, en la compilación, el tango se ocupó de filtrar estos textos. Fue un discurso silenciado, y hay que rastrearlo con lupa. Yo fui a los manuales de criminología y psiquiatría, porque el positivismo hegemónico de la época veía a la homosexualidad como una enfermedad a extirpar. Y en el de Francisco De Veyga, de 1903, me sorprendió encontrar definido el lunfardo como “pederasta de condición”. En su época de compadrito, el chongo fue ampliamente registrado por la criminología, donde se entrecruzan el proxenetismo, la homosexualidad, la prostitución masculina y los lunfardos”.

“No digo que el lunfardo haya sido solo homosexual. Digo que tiene huellas impresionantes de homosexualidad. Pensemos en expresiones repetidas como la de “cafishio del café con leche”, como llamaban burlonamente los rufianes extranjeros a los nativos. Las versiones oficiales explican este apodo por “la parsimonia y modestia del cafishio, capaz de pasarse un día entero meditando delante del café con leche”. Pero vas a los diccionarios de argot español y encontrás que, en todos, sin excepción, la definición es “pederasta pasivo”.

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Revisa acá la entrevista completa al autor Lázaro Wisnia Gurovich

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REVISA ACÁ LA ENTREVISTA COMPLETA AL AUTOR LÁZARO WISNIA GUROVICH

El lunes 14 de diciembre Estrofas del Sur, a través de su Facebook Live, le realizó una entrevista a Lázaro Wisnia Gurovich, autor de Conversemos de tango tomos I, II y III.

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CONVERSEMOS DE TANGO CON LÁZARO WISNIA GUROVICH

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CONVERSEMOS DE TANGO CON LÁZARO WISNIA GUROVICH

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EL TANGO Y LA CUESTIÓN SOCIAL

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EL TANGO Y LA CUESTIÓN SOCIAL

Sin duda que el tango, en su origen, y posterior desarrollo inclusive, es un reflejo de la cuestión social, un reflejo de la sociedad que lo vio nacer y que con el transcurso del tiempo si bien aquella sociedad mejoró producto de muchos factores económicos, industriales y sanitarios, jamás ha logrado extirpar la raíz de la pobreza y sus consecuencias en la convivencia cotidiana de familias, vecinos, campo laboral, etc.

El libro Conversemos de tango (tomo II) nos cuenta al respecto que: “El tango es una síntesis dramática de la vida porteña, —y de cualquier experiencia humana en las grandes urbes del mundo— porque a través de sus letras se descubre la realidad social y las costumbres de la ciudad. El prejuicio y la emotividad son constantes en las letras del tango. Con el transcurso del tiempo, dejaron las tramas intrascendentes o burlonas iniciales, y contemplaron formas más testimoniales de la vida cotidiana. Por ejemplo, la amargura y el dramatismo del conventillo fue escenario de múltiples situaciones vivenciales y pasionales” (…) “A través de las letras de tango, el porteño pudo expresar sus sentimientos, pesares, miedos y circunstancias sociales, datos y observaciones que representan pequeñas crónicas sociológicas de tres minutos de duración. No hay alegría, tristeza, sentimiento, vicio, virtud o costumbre, que no tenga su comentario, elogio o censura expresada en la letra de tango. Es la fuente indicadora más auténtica y precisa de la forma de vivir del porteño, es decir, del alma de la ciudad”.

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LA HISTORIA DEL TANGO A SU ALCANCE

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LA HISTORIA DEL TANGO A SU ALCANCE

Conversemos de tango, un libro que todo amante del tango debe tener.

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LAS ORQUESTAS DEL TANGO

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LAS ORQUESTAS DEL TANGO

Un papel fundamental en el tango es el que juegan las orquestas u orquestas típicas. En el caso de Argentina y Uruguay, las primeras orquestas tangueras fueron evolucionando de acuerdo con sus necesidades, pero en general se componían, en principio, de guitarra, flauta y violín. Luego el violín dio paso al bandoneón. También se utilizó el término “Orquesta típica criolla”, dado por el bandoneonista Vicente Greco en los primeros años del tango. Más adelante fueron incorporados otros instrumentos, llegándose a contar juntos guitarra, flauta, violín, bandoneón, piano, viola, contrabajo y violonchelo. Astor Piazzolla incorporó la guitarra eléctrica. Además de las grandes orquestas han existido —y existen— cuartetos, sextetos y octetos.

En un principio, los músicos iban tocando bodegón por bodegón, pues principalmente se tocaba en los arrabales y prostíbulos, sin partitura ni organización musical, simplemente se tocaba, digamos, de corazón, de memoria. Los músicos iban, como se decía, “rodando”, razón por la que era imposible usar el piano, que obviamente no es un instrumento portátil. Uno de los primeros cuartetos de principios del siglo XX estuvo formado por destacados músicos: Vicente Greco, Francisco Canaro, Prudencio Aragón y Vicente Pecci.

Entre las orquestas típica de mayor fama podemos contar las de Francisco Canaro, Hugo Di Carlo, Juan D’Arienzo, Alfredo de Ángelis, Miguel Caló, Mariano Mores, Osvaldo Pugliese, Ricardo Tanturi, Aníbal Troilo, Horacio Salgán. Y entre los octetos el más famoso fue, sin duda, el de Astor Piazzolla. Hoy el tango se ha diversificado y diferentes grupos imponen su sello melódico. Podemos escuchar incluso tangos en versión rock, lo que no quita que las versiones de las orquestas típicas sea las más aplaudidas por el público tanguero.

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CONVERSEMOS DE TANGO, UN LIBRO QUE DEBES LEER

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CONVERSEMOS DE TANGO, UN LIBRO QUE DEBES LEER

Toda la narrativa histórica del tango argentino en tres tomos (en español). Los volúmenes I y II tratan de los orígenes del tango, su trastienda social y su época de oro, la pasión del baile y la poesía conmovedora del tango-canción. Por su parte, el volumen III contiene las letras completas de los tangos más conocidos, incluidos comentarios y anecdotarios junto a un breve diccionario lunfardo, la jerga picaresca del arrabal, la cual está integrada en muchas de las letras de tangos y milongas.

Además, los(as) lectores(as) podrán “escuchar la música en el texto” de casi todos los tangos que aparecen en el libro, gracias a los QR Iconos que se incorporan en sus páginas.

 

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EL HUMOR EN EL TANGO

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EL HUMOR EN EL TANGO

Si bien la mayoría de los tangos son más bien tristes, melancólicos y con tonos dramáticos cuando de amor se trata, también muchos de ellos incorporan el humor en sus letras. Sobre este tema, el Dr. Lázaro Wisnia explica que: “Como ya se ha mencionado, el tango es el reflejo de la vida del arrabal, de los barrios pobres y de esa vida de miseria. En las primeras décadas del tango, en el ámbito del Río de la Plata, todo era miseria, pobreza y mucho sufrimiento, como para llenar enciclopedias. Pero también hay un sabor distinto al del “arrabal amargo” tan típico del tango. La prehistoria del tango está llena de versos picarescos, muchos de ellos burdos y sin calidad. Pero luego, las letras de humor marrullero florecieron allá por los años 80. Efectivamente, en sus comienzos en realidad el tango fue más bien un canal del humor popular, con los chistes y anécdotas propios de la época, con mucho lenguaje procaz, que en parte persistió con ese sentido del humor en las décadas posteriores, paralelamente a la tragedia de la vida, por decirlo de alguna manera. Un poco por sus orígenes, un poco por sorda repetición, el público se fue haciendo la idea de que el tango es sinónimo de tristeza, melancolía, dolor, frustración”.

Lo anterior queda demostrado en letras de tangos muy populares escritos por grandes autores, donde se caracterizan personajes de la vida cotidiana resaltando sus defectos y modos de convivencia, o la picardía de otros tantos, como, por ejemplo, en el tango “Garufa” (de Roberto Fontaina y Juan A. Collazo), que narra la vida, a modo de sorna, de un joven dado a los placeres de la jarana: “Del barrio La Mandiola sos el más rana/ y te llaman Garufa por lo bacán;/ tenés más pretensiones que bataclana/ que hubiese hecho suceso con un gotán”. Otros casos son los tangos “Al mundo le falta un tornillo” (de Enrique Cadímaco y José María Aguilar); “El hipo” (de Enrique Alessio y Reinaldo Yiso). Y así muchos más. Acá les dejamos con el tango “No es por hablar mal” (de Manuel Romero y Enrique Delfino) en la voz de Tita Merello:

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RECORDANDO AL VARÓN DEL TANGO: JULIO SOSA

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RECORDANDO AL VARÓN DEL TANGO: JULIO SOSA

En la foto: Julio Sosa.

Aparte de Carlos Gardel, considerado el más notable de todos los cantantes de tango, surgieron a lo largo del siglo XX otros intérpretes de considerable registro, siendo uno de ellos, sin duda, Julio Sosa, apodado “El Varón del Tango”. Sosa, fue contemporáneo de otros notables como Hugo del Carril, Libertad Lamarque, Tita Merello, Roberto Goyeneche y Edmundo Rivero. En la discografía tanguera quedaron en el oído colectivo sus particulares interpretaciones de tangos como “Nada”, “Cambalache”, “Mano a mano”, “En esta tarde gris”, “La cumparsita” y “Rencor”, entre otros.

Nacido en La Piedras, Uruguay en 1926, desarrolló una destacada carrera como cantante, principalmente en Buenos Aires, donde falleció en un accidente automovilístico en 1964, encontrándose en la plenitud de su desarrollo artístico. En 1964 también filmó la película “Buenas noches Buenos Aires”, bajo la dirección de Hugo del Carril.

Antes iniciarse como solista, Sosa trabajó para varias orquestas, como la de Francini-Pontier y Francisco Rotundo, para luego iniciar un trabajo con Leopoldo Federico dando paso a importantes grabaciones. En su libro Conversemos de tango, Lázaro Wisnia cuenta, en relación al vínculo orquesta-cantor, que: “Se llamó Binomios tangueros a la combinación de una orquesta típica y su cantante, que en los primeros años era solo un instrumento más en la orquesta, no como lo sería más tarde el cantante solo, como el caso de Roberto Goyeneche o de Julio Sosa, por ejemplo, que revirtieron los roles, teniendo a la orquesta como su acompañante”.

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LA RUBIA MIREYA ¿MITO O REALIDAD?

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LA RUBIA MIREYA, ¿MITO O REALIDAD?

Afiche película Rubia Mireya

Escritor francés Frédéric Mistral

En la poética del tango, son muchas las mujeres que han quedado inmortalizadas en sus letras, entre ellas Malena, Grisel, Margot y, por supuesto, la mítica rubia Mireya. Pero, ¿realmente existió o solo fue parte de la imaginación del autor del tango Tiempos viejos? En el libro Conversemos de tango, se cuenta lo siguiente:

“El caso de la rubia Mireya es pura invención, pero tiene estirpe. Los orígenes del nombre podemos ubicarlo en la región de Provenza, en el sur de Francia. El poeta Frédéric Mistral (1830-1914), Premio Nobel de Literatura en 1904, y por quien Lucila Godoy, la poetisa chilena y también premio Nobel, tomó su seudónimo como Gabriela Mistral, escribió en 1859 un largo poema en el que retrata la vida cotidiana en la región, y coloca de personaje principal a una mujer, cuyo nombre da título a la obra: Mirèio, en lengua provenzal. Este nombre traducido al francés se convierte en Mireille, que, al arribar a nuestro puerto, los argentinos transforman en Mireya. Más tarde el poema se transformó en argumento de una ópera de corte humorístico y costumbrista. La ópera tuvo gran éxito en Francia y no tardó mucho tiempo en ser conocida en Argentina, lo que seguramente provocó que se comenzara a utilizar en la región del Río de la Plata, el nombre Mireya como apelativo femenino.

La primera referencia la vemos en un sainete (breve obra teatral de argumento sencillo), “El Rey del Cabaret”, del autor Manuel Romero, la obra estrenada en 1923, tenía como protagonista femenino a Mireya, muchacha que gustaba de las noches con champagne, bailando tangos y conquistando corazones, con un final feliz, donde la muchacha contrae matrimonio con un joven adinerado, de buena familia. Tres años más tarde, 1926, el propio Manuel Romero escribe la letra del famoso tango de Francisco Canaro “Tiempos viejos”. En ella inmortaliza a la Rubia Mireya”.

En 1948 Manuel Romero dirigió la película “La rubia Mireya”, que fue protagonizada por la actriz Mecha Ortiz, Fernando Lamas, Elena Lucena y Severo Fernández en los roles estelares.

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