TANGO “EL CHOCLO” Y SUS 4 VERSIONES

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TANGO “EL CHOCLO” Y SUS 4 VERSIONES

16 sept_lwisnia

Algunos tangos famosos no solo han tenido una versión en su letra. En el caso de “El Choclo” existen 4 versiones, unas más conocidas que otras. En el libro Conversemos de tango, se nos explica que: “De las cuatro versiones, las dos primeras en 1903 (o tal vez 1898) y la de 1905, llevan música y letra de Ángel Villoldo. Las dos versiones posteriores mantienen la música original de Villoldo, pero la letra cambia. En 1930 la letra es de Juan Carlos Marambio Catán. Finalmente, la versión más conocida es la de 1946 con letra de Enrique Santos Discépolo, a pedido de Libertad Lamarque, que quiso cantar este tango en la película mexicana Gran Casino”. “El choclo” es uno de los tangos más populares y ha sido grabado por infinidad de intérpretes.

Acá les dejamos la primera estrofa de cada versión, ¿con cuál se queda usted?

EL CHOCLO (I)

(1903 ó 1898).

Letra y música: Ángel Villoldo

De un grano nace la planta

Que más tarde nos da el choclo,

Por eso de la garganta

Dijo que estaba bichoco.

Y yo como no soy otro

Más que un tanguero de fama,

Murmuro con alborozo

Está muy de la banana.

EL CHOCLO (II)

(1905) 

Letra y música: Ángel Villoldo

Oíme china, que tengo mucho que hablarte

De una cosa que a vos no te va a gustar,

Largá el rollo, que aquí te escucho y explicate

Lo que pases

… no es tontera

Pues te juro que te digo la verdad.

Dame un beso, no me vengas con chanela

Dejate de tonteras, no me hagas esperar.

EL CHOCLO (III)

Música: Ángel Gregorio Villoldo (1903)

Letra: Juan Carlos Marambio Catán (1930)

Vieja milonga, que en mis horas de tristeza

Traes a mi mente tu recuerdo cariñoso,

Y encadenándome a tus notas dulcemente

Siento que el alma se me encoge poco a poco.

Recuerdo triste de un pasado que en mi vida

Dejó una página de sangre escrita a mano,

Y que he llevado como cruz de mi martirio

Aunque mi carga infame me llene de dolor.

EL CHOCLO (IV)

(1946)

Música: Ángel Gregorio Villoldo

Letra: Enrique Santos Discépolo

Con este tango que es burlón y compadrito

Se ató dos alas la ambición de mi suburbio,

Con este tango nació el tango, y como un grito

Salió del sórdido barrial buscando el cielo.

Conjuro extraño de un amor hecho cadencia

Que abrió caminos sin más ley que la esperanza,

Mezcla de rabia, de dolor, de fe, de ausencia

Llorando en la inocencia de un ritmo juguetón.

Por tu milagro de notas agoreras

Nacieron sin pensarlo, las paicas y las grelas,

Luna de charcos, canyengue en las caderas

Y un ansia fiera en la manera de querer…

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LEYENDO Y ESCUCHANDO TANGO

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LEYENDO Y ESCUCHANDO TANGO

Cuando leemos el libro Conversemos de tango, del Dr. Lázaro Wisnia, no solo podemos enterarnos de los pormenores de la historia del tango, también podemos escuchar la letra y música de gran cantidad de composiciones. Esto gracias a los códigos (o iconos) QR que incluye el libro, los cuales basta que el lector los escanee con su celular para poder escucharlos. Sin duda una novedad y aporte para el lector. En esta ocasión les dejamos 2 de los QR para que puedan oírlos. Se trata de los tangos “El choclo” y “Caminito”.

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CONVERSEMOS DE TANGO, UN LIBRO QUE DEBES LEER

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CONVERSEMOS DE TANGO, UN LIBRO QUE DEBES LEER

Toda la narrativa histórica del tango argentino en tres tomos (en español). Los volúmenes I y II tratan de los orígenes del tango, su trastienda social y su época de oro, la pasión del baile y la poesía conmovedora del tango-canción. Por su parte, el volumen III contiene las letras completas de los tangos más conocidos, incluidos comentarios y anecdotarios junto a un breve diccionario lunfardo, la jerga picaresca del arrabal, la cual está integrada en muchas de las letras de tangos y milongas.

Además, los(as) lectores(as) podrán “escuchar la música en el texto” de casi todos los tangos que aparecen en el libro, gracias a los QR Iconos que se incorporan en sus páginas.

 

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EDMUNDO RIVERO Y ROBERTO GOYENECHE, DOS LEYENDAS

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EDMUNDO RIVERO Y ROBERTO GOYENECHE, DOS LEYENDAS

En la foto: De izquierda a derecha, Roberto Goyeneche (1926-1994) y Edmundo Rivero (1911-1986). 

Edmundo Rivero (1911-1986) y Roberto Goyeneche (1926-1994), son dos de los cantantes más significativos de la historia del tango, tanto por sus modos escénicos como por sus peculiares voces y estilos de interpretación. Cada uno dejó su sello personal en tangos que en sus voces alcanzaban la máxima expresión. Ambos trabajaron con grandes músicos y directores, entre ellos Horacio Salgán, Astor Piazzolla y Aníbal Troilo, manteniendo con este último un vínculo muy especial. Con Troilo (“Pichuco”) Rivero (el “Gaucho”) y Goyeneche (el “Polaco”) conquistaron grandes éxitos. Sobre esta relación, Eduardo Berti, ha señalado en la versión online de  revista Caras y Caretas: “El nivel de los cantores de Troilo es siempre muy alto, pero ellos dos llegan a conquistar un estatus mayor. En cuanto se habla del posible heredero de Gardel aparecen, casi siempre, los apellidos de Rivero y Goyeneche” (…) “Goyeneche es símbolo de porteñidad. Rivero es lunfa, reo, barrial, pero también un “cantor nacional” (…) “Troilo, al tomar a Rivero, hace que el tango adopte a un cantor que parte del público tanguero no estaba dispuesto a recibir. El gesto osado de fichar a ese cantor con fama de feo y con voz muy grave marca un antes y un después en la noción de vocalista de tango. Con Rivero, recluta a un cantor nada típico para una típica. Alguien que es, además, guitarrista, letrista y compositor” (…) “Rivero es el cantor que corona la década del 40 de Troilo. Goyeneche, el cantor que sobresale en la década del 50 de Troilo. Rivero y Goyeneche versionan los tangos con tanta identidad que luego de sus versiones sus colegas de canto hacen un paréntesis de impotencia y admiración. Homero Expósito le decía al Polaco: “No me cantés más tangos así, tan bien, poniendo los puntos, las comas y los silencios, porque después nadie más me los interpreta”. Rivero fascina más a los tradicionalistas; Goyeneche, a los progresivos y a los jóvenes”.

Grandes voces que compartieron, y continúan haciéndolo, el afecto de los amantes del tango, cada uno en su propia expresión, porque más allá de si uno u otro fue mejor, asunto por lo demás inconducente, han sido parte de la expresión máxima del tango. Voces inolvidables que no cesan de cantar.

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PIAZZOLLA Y LA RENOVACIÓN DEL TANGO

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PIAZZOLLA Y LA RENOVACIÓN DEL TANGO

Astor Piazzolla

Piazzolla y Goyeneche

La aparición del músico y bandoneonista Astor Piazzolla (1921-1992) significó una nueva etapa en el tango, dando paso a una novedosa propuesta musical que si bien en un principio fue criticada por sectores de la antigua guardia, terminó por imponerse. En ese sentido fue bastante complicado lograr que su propuesta pudiera ser considerada, pero finalmente se impuso su calidad musical, llegando a ser destacado como uno de los músicos más notables del siglo XX. En su oportunidad, sobre las críticas, Piazzolla expreso: “Sí, es cierto, soy un enemigo del tango; pero del tango como ellos lo entienden. Ellos siguen creyendo en el compadrito, yo no. Creen en el farolito, yo no. Si todo ha cambiado, también debe cambiar la música de Buenos Aires. Somos muchos los que queremos cambiar el tango, pero estos señores que me atacan no lo entienden ni lo van a entender jamás. Yo voy a seguir adelante, a pesar de ellos”. Y así fue, siguió adelante, dejando a su paso composiciones notables como “Adiós nonino”.  “Balada para un loco” en conjunto con Horacio Ferrer, “Los pájaros perdidos”, “Balada para mi muerte”, etcétera. También compuso suites, operetta, conciertos y música para películas. Así como música para piano y guitarra.

En su carrera Piazzolla fue parte importante de la orquesta de Aníbal Troilo hasta que se marcho en 1944 para tomar rumbos propios. En 1954 viajo a Europa donde realizó estudios con Nadia Boulanger, la gran maestra francesa, cuya influencia fue fundamental. Ya de regreso en Buenos Aires formó el “Octeto de Buenos Aires”. En sus composiciones incorporó elementos del jazz, swing, música clásica y contrapunto. El Octeto funcionaba con bandoneones, violines, violoncello, contrabajo y un instrumento que nadie esperaba, la guitarra eléctrica. La crítica no se dejó esperar y Piazzolla fue motejado incluso como “el asesino del tango”. En 1958 viajó a Estados Unidos donde grabó dos discos de “jazz-tango”, como los definió. Posteriormente formó el “Quinteto Nuevo Tango” y “Nuevo Octeto”, grabando sus principales composiciones y alcanzando gran popularidad, atrás iban quedando los días de brutal crítica a su novedoso estilo de hacer música para tango. En 1967 comienza su trabajo con el poeta Horacio Ferrer, dando a luz notables creaciones.

Tras unos años en Italia, Piazzolla volvió a Buenos Aires, pero permaneciendo en viaje por distintos lugares del mundo y acrecentando cada vez más su fama. En 1990, estando en París sufrió una trombosis de la que no logró recuperarse, falleciendo finalmente en Buenos Aires el 4 de julio de 1992, como en el tango “Balada para mi muerte”: “Moriré en Buenos Aires, será de/ madrugada./ Guardare, mansamente, las cosas de vivir./ Mi pequeña poesía de adioses y de balas,/ mi tabaco, mi tango, mi puñado de splin./ Me pondré por los hombros, de abrigo,/ todo el alba;/ mi penúltimo whisky quedará sin beber./ Llegará tangamente, mi muerte enamorada,/ Yo estaré muerto, en punto, cuando sean/ las seis”.

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LA RUBIA MIREYA ¿MITO O REALIDAD?

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LA RUBIA MIREYA, ¿MITO O REALIDAD?

Afiche película Rubia Mireya

Escritor francés Frédéric Mistral

En la poética del tango, son muchas las mujeres que han quedado inmortalizadas en sus letras, entre ellas Malena, Grisel, Margot y, por supuesto, la mítica rubia Mireya. Pero, ¿realmente existió o solo fue parte de la imaginación del autor del tango Tiempos viejos? En el libro Conversemos de tango, se cuenta lo siguiente:

“El caso de la rubia Mireya es pura invención, pero tiene estirpe. Los orígenes del nombre podemos ubicarlo en la región de Provenza, en el sur de Francia. El poeta Frédéric Mistral (1830-1914), Premio Nobel de Literatura en 1904, y por quien Lucila Godoy, la poetisa chilena y también premio Nobel, tomó su seudónimo como Gabriela Mistral, escribió en 1859 un largo poema en el que retrata la vida cotidiana en la región, y coloca de personaje principal a una mujer, cuyo nombre da título a la obra: Mirèio, en lengua provenzal. Este nombre traducido al francés se convierte en Mireille, que, al arribar a nuestro puerto, los argentinos transforman en Mireya. Más tarde el poema se transformó en argumento de una ópera de corte humorístico y costumbrista. La ópera tuvo gran éxito en Francia y no tardó mucho tiempo en ser conocida en Argentina, lo que seguramente provocó que se comenzara a utilizar en la región del Río de la Plata, el nombre Mireya como apelativo femenino.

La primera referencia la vemos en un sainete (breve obra teatral de argumento sencillo), “El Rey del Cabaret”, del autor Manuel Romero, la obra estrenada en 1923, tenía como protagonista femenino a Mireya, muchacha que gustaba de las noches con champagne, bailando tangos y conquistando corazones, con un final feliz, donde la muchacha contrae matrimonio con un joven adinerado, de buena familia. Tres años más tarde, 1926, el propio Manuel Romero escribe la letra del famoso tango de Francisco Canaro “Tiempos viejos”. En ella inmortaliza a la Rubia Mireya”.

En 1948 Manuel Romero dirigió la película “La rubia Mireya”, que fue protagonizada por la actriz Mecha Ortiz, Fernando Lamas, Elena Lucena y Severo Fernández en los roles estelares.

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TANGO CANYENGUE

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TANGO CANYENGUE

En la foto: personas bailando en las primeras milongas.

“Tango de la guardia vieja/ Compadrón y sensiblero,/ El del compás milonguero/ Que reinó en el tiempo aquel./ Tango de la guardia vieja/ Tango guapo y melodioso,/ El del Canyengue canoso/ Tango viejo del ayer”.

El canyengue es por definición una manera de bailar el tango, opuesta al baile de salón, cuyas raíces se remontan a los arrabales. Una característica es la sensualidad de sus movimientos y seducción con intenciones sexuales marcadas, como cuando se bailaba en los prostíbulos. Canyengue es una expresión popular, de origen africano, que deriva de las palabras “candombe” y “yongo”, pronunciada primero como canyongo y después canyengue. También tenemos el “caminar canyengue”, caracterizado por su sinuosidad arrabalera.  El baile canyengue: “pasó a ser allá por el 1900, un baile sensual y picaresco, con movimientos cortados y marcados. Sus compases eran 4×8, pero con el paso del tiempo las partituras se fueron puliendo hasta llegar al tango actual de 2×4”.

Si bien el baile evolucionó, muchos aún lo bailan a la manera antigua, con todas sus características iniciales. Se trata pues, del estilo más antiguo del baile del tango, y una de sus bellezas es el estilo inicial. Por ejemplo, los bailarines se abrazan de costado, inclinándose en un movimiento íntimo. Pero más que hablar del tango canyengue, debemos bailarlo. Sin duda.  

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GARDEL CANTA Y BAILA

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GARDEL CANTA Y BAILA

En la foto: Mona Maris y Carlos Gardel en la cinta “Cuesta abajo” (Paramount, 1934).

Algo destacado en el libro Conversemos de tango, es un capítulo relativo al baile, donde se narran interesantes aspectos de cómo se baila el tango y sus comienzos como danza popular. También, relacionado con el baile, el autor se refiere a las dotes de bailarín de Carlos Gardel. Cuenta en las páginas de su libro el Dr. Lázaro Wisnia:

“En este punto recordamos a Carlos Gardel, no precisamente por haber cantado “Bailarín compadrito”, el magistral tango de Miguel Bucino, sino por dos hechos que rescatan al Zorzal como bailarín, y que debemos recordar: Miguel Ángel Morena, en su libro Historia artística de Carlos Gardel, refiriéndose a las actuaciones del dúo Gardel-Razzano, en Chile, en 1917, dice lo siguiente: “El 5 de octubre, en el Teatro Olimpo de Viña del Mar, se presentan los cantores, compartiendo los programas con la tonadillera Roxana. Para hacer más interesante la velada del debut -como grato-, en 1917, en la presentación en el Teatro Colón de Valparaíso, Gardel además de cantar, más que nada temas folclóricos, cumplió con lo que rezaba el programa ese día: bailar un tango con la cantante Roxana. “Montevideo” de Roberto Firpo, fue la pieza escogida con la que Gardel demostró que, junto con poseer una muy afinada garganta, era también un ejecutante de un baile sensual, por esos años controvertido, que incluso había recibido la condena del Papa Pío X. Bailar el tango en público podría interpretarse como un regalo del cantante que nunca más repetiría, solo en la intimidad de grupos de amigos”.

Evidentemente Gardel bailaba el tango a la manera de donde se crió, recorriendo las calles del Abasto, con ese estilo arrabalero que baila el pueblo. Esto antes de que el baile del tango se “institucionalizara”, por decirlo de alguna manera. Recordemos que todos los bailes tradicionales tienen su versión popular y su versión oficial, como por ejemplo sucede en Chile con la cueca. Una versión no niega a la otra, obviamente, pero es claro que lo oficial siempre quiere trascender en el tiempo por sobre lo popular. En el caso del tango, además de las grandes coreografías que se pueden observar en coloridos espectáculos, el baile nacido con estilo arrabalero sigue ganando adeptos, porque el pueblo jamás olvida sus raíces, así como tampoco jamás las olvidó el inmortal Zorzal Criollo, que no solo cada día canta mejor, sino que también cada día baila mejor…

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CARLOS GARDEL, 85 AÑOS NO ES NADA…

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CARLOS GARDEL, 85 AÑOS NO ES NADA…

Hace 85 años, un 24 de junio de 1935, falleció en Medellín, Colombia, Carlos Gardel, conocido como el Morocho del Abasto y también como el Zorzal Criollo, el cantante más famoso del mundo de acuerdo a los entendidos y el público general. Incluso se podría decir que Gardel, guardando los contextos, es un ícono mundial para la cultura global, como Valentino, el Che, Ghandi, Cristo, Chaplín o Buda. Frank Sinatra, otro cantante de fama mundial, cuando visitó Buenos Aires en 1981, para cantar en el legendario Luna Park, le dedicó un ritual durante una visita al Mercado de Abasto, incluida la frase: “Thanks for helping me to live, Mister Gardel”. Pero esa historia merece una nota aparte.

Carlos Gardel fue sin duda un personaje trágico, en el sentido en que los griegos entendían este concepto, lleno de alegorías y donde el destino estaba marcado desde la primera luz. Gardel muere joven, a los 45 años, en la cúspide su fama. Había conquistado toda Latinoamérica, Estados Unidos y Europa, quedándole muy poco que lograr en ese sentido. Su fama trascendía los idiomas y culturas. Pero llegaría el día inevitable, tejido por la Moira, que trágicamente lo elevaría al panteón de los elegidos, aquellos a los que el tiempo no mata ni olvida, si no que los transforma en monumentos imperecederos. Y así, cada año que pasa pareciera que Gardel jamás se marchó. Sigue vivo y cada día cantando mejor.

Su voz inigualable, su garbo y prestancia lo hacían único. Hoy, incluso en culturas e idiosincrasias tan diferentes a la ríoplatense, como la japonesa por ejemplo, el tango y Gardel suman admiradores. Gardel falleció en tierras lejanas, pero siempre regresa a su Buenos Aires querido: “Mi Buenos Aires querido,/ cuando yo te vuelva a ver,/ no habrá más penas ni olvidos”. Y así ha sido desde 1935 a la fecha, Carlos Gardel siempre regresa cada 24 de junio para seguir cantando “sin penas ni olvidos”.

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