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LA HISTORIA DEL TANGO A SU ALCANCE
Conversemos de tango, un libro que todo amante del tango debe tener.
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Conversemos de tango, un libro que todo amante del tango debe tener.
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Los primeros tangos carecían de letra, eran solo música y se considera que las primeras composiciones datan de alrededor de 1874, y quizás antes. En el libro Conversemos de tango se cuenta que el tango “tuvo su nacimiento en los ambientes populares, en los aledaños del puerto, en los cafetines y quilombos en los alrededores de la Vuelta de Rocha, en las milongas en patios de tierra, en las “carpas” donde se entrecruzan, carreros, peones de los hornos de ladrillos, cansinos, pequeños artesanos en tren de diversión barata, inmigrantes y obreros de las primeras fábricas. Son las etapas iniciales del tango, el Prototango y la Guardia Vieja” (…) “De esos años prehistóricos del tango se pueden rescatar otros títulos como “No me tires con la tapa de la olla” y “Andate a la Recoleta”, compuestos entre 1874 y 1885. Son primitivos tangos que hoy han quedado como una curiosidad y sus autores en la bruma que todavía envuelve aquella parte de la historia del tango. También están aquellos tangos compuestos entre 1896 a 1905, cuando el tango era todavía reo, alegre. Un conjunto de obras que aún mantienen su vigencia, con una alegre transparencia de cosa joven y en plena germinación, llenas de esa dichosa claridad de las obras iniciales. Tangos primitivos a la usanza de la Guardia Vieja, advirtiendo que las letras fueron adecentadas, dado que las originales mantenían un léxico poco recomendable”.
En sus inicios, los primeros tangos se bailaban en los burdeles, en los arrabales, en las orillas, como un jolgorio y embrujo que invadía la sensibilidad, convirtiendo en concurridas fiestas el momento del baile del tango. Incluso, en un principio, solo se bailaba entre hombres. De hecho, el escritor y cultor del tango, Rafael Flores Montenegro, ha llegado a comparar aquellos momentos con las dionisias de la Antigua Grecia. Por esas razones, en un principio el tango fue denostado por la iglesia y prohibido por la oligarquía rioplatense. Sin sospechar que esa barrera clasista terminaría caer estrepitosamente alcanzando el tango en las décadas venideras aceptación y fama mundial.
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Los organitos callejeros fueron sin duda grandes difusores del tango, su presencia ambulante por los diferentes barrios fueron un atractivo que se ganó el cariño de la gente, que bailaba el tango al compás de la música de los organitos. En su libro, el Dr. Lázaro Wisnia nos cuenta que: “Los organitos callejeros difundieron el tango por los barrios, era muy común ver bailarlo en las calles, muchas veces entre hombres. Porque como hemos visto antes, en los comienzos el tango se bailaba, con frecuencia, entre hombres. No se atrevía la mujer a participar en esta danza, tenida por lúbrica y procaz. Nos referimos a mujeres en el concepto tradicional, de familias, honestas y decentes. Las “otras”, las pecaminosas, sí aparecen asociadas al tango desde sus primeros días. Pero, además, no había mujeres suficientes, solo una por 8 a 10 hombres”.
Dado lo anterior, y a falta de las tecnologías que dieron paso al gramófono y a los discos grabados —tampoco existía la radio—, la contribución de los organitos ambulantes fue significativa. De hecho los autores del tango los incluyeron en varios de sus títulos y letras. Entre los más conocidos podemos mencionar: “El Porteñito”, “Organito de la tarde”, “Ventanita de arrabal” y “El último organito”. Los primeros tangos de los organitos fueron “El otario”, “Nueve de Julio” y “La Morocha”.
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Muchos se habrán percatado al escuchar el tango “Tiempos viejos”, de Francisco Canaro y Manuel Romero, que en una de sus estrofas dice: ¿Te acordás, hermano, la rubia Mireya,/ que quité en lo de Hansen al loco Cepeda? Pero que en otras versiones el segundo verso se canta: que quité en lo de Hansen al loco Rivera? Entonces surge la pregunta ¿Qué pasó, Cepeda o Rivera?
La razón del cambio radica en que Carlos Gardel solicitó a los autores hacerlo, a lo que accedieron. La alusión en la letra era al poeta Andrés Cepeda (1869-1910), amigo de Gardel y que en su primera grabación, en 1912, junto a Razzano, había grabado algunos de sus poemas musicalizados. Entre ellos “Pobre madre”, “La mariposa” y “Yo sé hacer”. Cepeda había perdido la vida dos años antes en una riña en el Paseo Colón, frente al café La Loba Chica, y Gardel le tenía gran estima y admiraba su poesía, y quizás también le causaba solidaridad su trágica existencia. Andrés Cepeda escribió la inmensa mayoría de sus poemas en la cárcel, hasta donde llegó en varias oportunidades acusado de diferentes delitos, riñas, hurtos, ebriedad. Aunque se cree que la verdadera razón por la que fue víctima de la persecución de la policía obedeció a su condición de anarquista y homosexual. Se le llegó a conocer como “El divino poeta de la prisión”.
En todo caso, la vida de Cepeda está rodeada de pasajes oscuros y mitos, tanto en relación a su condición como de las razones que lo llevaron a la muerte. Incluso no se sabe el nombre de su asesino, pues en su agonía, cuando la policía le preguntó quién lo había herido de muerte, se negó a decirlo, porque como lo cuenta parte de la leyenda, Cepeda podría haber sido un “bufarracho”, pero no un “batidor”, como bien lo cantan en un tango que inspiró: “Sangre maleva”.
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Uno de los intérpretes más notables del tango es sin duda Edmundo Rivero, cantó como solista y en orquestas, dejando una impronta imborrable en la historia del tango. Con la orquesta de Aníbal Troilo grabó tangos inolvidables. Edmundo Rivero fue además compositor y fundador, en 1969, del legendario “El Viejo Almacén”, tanguería ubicada en el barrio de San Telmo.
Acá les dejamos 3 QR con algunas de las más famosas interpretaciones de Edmundo Rivero: “Sur”, Yuyo verde” y “Malena”.
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¿Qué es el tango? Pregunta el autor Lázaro Wisnia Gurovic en su libro Conversemos de tango.
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En la foto: Músico argentino Osvaldo Piro, bandeonista (Orq. típica), durante su actuación en un festival. Año 1972.
El bandoneón y el tango van de la mano, sin duda alguna. Acá compartimos la apreciación de dos visiones: “Óscar Zucchi, historiador e investigador argentino, especializado en el tango y dentro de ese campo en el bandoneón, y autor de una gigantesca historia bandoneonística del tango, editada por la editorial argentina Corregidor, explica que, hasta su advenimiento, en la segunda década del siglo XX, los bandoneonistas tenían tendencia a remedar con el instrumento al organito ambulatorio y a la flauta, gradualmente desplazada de los primitivos cuartetos”.
Por su parte, Gustavo Varela, filósofo y músico, dice: “el bandoneón produce necesariamente una escucha tanguera. Lleva para un lado que tiene que ver con el tango. Pero es un enorme misterio que el bandoneón sea el instrumento del tango. Es complejo, caro, muy raro y difícil de tocar (tiene cuatro teclados). Pesa siete kilos: ¡Hay que tocarlo colgado! Inventado en Alemania, en el siglo XIX, efectivamente con él se llevaba música a las procesiones religiosas. Tiene un sonido de una profundidad y unos graves extraordinarios, permite un bajo continuo que predispone a la religiosidad. Me fascinaba escuchar a Ernesto Baffa tocando Bach con el bandoneón. Al parecer, llegó durante la Guerra del Paraguay, traído por José Santa Cruz, un negro que tocaba en los momentos en que descansaban de la batalla. Podría haber sido otro instrumento, podría haber sido el acordeón o piano que es más fácil y, sin embargo, para el tango quedó el bandoneón”. “El tango —insiste Varela— tiene algo excepcional: es un ritmo sin instrumentos rítmicos. El único instrumento percusivo es el piano, que es más bien melódico que percusivo. La mano izquierda toca la base rítmica. El primer tango, “El Entrerriano”, fue compuesto arriba de un piano. Su presencia motorizó al tango”.
El bandoneón le dio al tango el sello definitivo. Instrumento sentimental, pero dramático y profundo, a diferencia del sentimentalismo fácil y pintoresco del acordeón, terminaría por separarlos para siempre del firulete divertido -del tango reo y alegre- y de la herencia candombera.
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Algunos tangos famosos no solo han tenido una versión en su letra. En el caso de “El Choclo” existen 4 versiones, unas más conocidas que otras. En el libro Conversemos de tango, se nos explica que: “De las cuatro versiones, las dos primeras en 1903 (o tal vez 1898) y la de 1905, llevan música y letra de Ángel Villoldo. Las dos versiones posteriores mantienen la música original de Villoldo, pero la letra cambia. En 1930 la letra es de Juan Carlos Marambio Catán. Finalmente, la versión más conocida es la de 1946 con letra de Enrique Santos Discépolo, a pedido de Libertad Lamarque, que quiso cantar este tango en la película mexicana Gran Casino”. “El choclo” es uno de los tangos más populares y ha sido grabado por infinidad de intérpretes.
Acá les dejamos la primera estrofa de cada versión, ¿con cuál se queda usted?
(1903 ó 1898).
Letra y música: Ángel Villoldo
De un grano nace la planta
Que más tarde nos da el choclo,
Por eso de la garganta
Dijo que estaba bichoco.
Y yo como no soy otro
Más que un tanguero de fama,
Murmuro con alborozo
Está muy de la banana.
(1905)
Letra y música: Ángel Villoldo
Oíme china, que tengo mucho que hablarte
De una cosa que a vos no te va a gustar,
Largá el rollo, que aquí te escucho y explicate
Lo que pases
… no es tontera
Pues te juro que te digo la verdad.
Dame un beso, no me vengas con chanela
Dejate de tonteras, no me hagas esperar.
Música: Ángel Gregorio Villoldo (1903)
Letra: Juan Carlos Marambio Catán (1930)
Vieja milonga, que en mis horas de tristeza
Traes a mi mente tu recuerdo cariñoso,
Y encadenándome a tus notas dulcemente
Siento que el alma se me encoge poco a poco.
Recuerdo triste de un pasado que en mi vida
Dejó una página de sangre escrita a mano,
Y que he llevado como cruz de mi martirio
Aunque mi carga infame me llene de dolor.
(1946)
Música: Ángel Gregorio Villoldo
Letra: Enrique Santos Discépolo
Con este tango que es burlón y compadrito
Se ató dos alas la ambición de mi suburbio,
Con este tango nació el tango, y como un grito
Salió del sórdido barrial buscando el cielo.
Conjuro extraño de un amor hecho cadencia
Que abrió caminos sin más ley que la esperanza,
Mezcla de rabia, de dolor, de fe, de ausencia
Llorando en la inocencia de un ritmo juguetón.
Por tu milagro de notas agoreras
Nacieron sin pensarlo, las paicas y las grelas,
Luna de charcos, canyengue en las caderas
Y un ansia fiera en la manera de querer…
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Cuando leemos el libro Conversemos de tango, del Dr. Lázaro Wisnia, no solo podemos enterarnos de los pormenores de la historia del tango, también podemos escuchar la letra y música de gran cantidad de composiciones. Esto gracias a los códigos (o iconos) QR que incluye el libro, los cuales basta que el lector los escanee con su celular para poder escucharlos. Sin duda una novedad y aporte para el lector. En esta ocasión les dejamos 2 de los QR para que puedan oírlos. Se trata de los tangos “El choclo” y “Caminito”.
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Un papel fundamental en el tango es el que juegan las orquestas u orquestas típicas. En el caso de Argentina y Uruguay, las primeras orquestas tangueras fueron evolucionando de acuerdo con sus necesidades, pero en general se componían, en principio, de guitarra, flauta y violín. Luego el violín dio paso al bandoneón. También se utilizó el término “Orquesta típica criolla”, dado por el bandoneonista Vicente Greco en los primeros años del tango. Más adelante fueron incorporados otros instrumentos, llegándose a contar juntos guitarra, flauta, violín, bandoneón, piano, viola, contrabajo y violonchelo. Astor Piazzolla incorporó la guitarra eléctrica. Además de las grandes orquestas han existido —y existen— cuartetos, sextetos y octetos.
En un principio, los músicos iban tocando bodegón por bodegón, pues principalmente se tocaba en los arrabales y prostíbulos, sin partitura ni organización musical, simplemente se tocaba, digamos, de corazón, de memoria. Los músicos iban, como se decía, “rodando”, razón por la que era imposible usar el piano, que obviamente no es un instrumento portátil. Uno de los primeros cuartetos de principios del siglo XX estuvo formado por destacados músicos: Vicente Greco, Francisco Canaro, Prudencio Aragón y Vicente Pecci.
Entre las orquestas típica de mayor fama podemos contar las de Francisco Canaro, Hugo Di Carlo, Juan D’Arienzo, Alfredo de Ángelis, Miguel Caló, Mariano Mores, Osvaldo Pugliese, Ricardo Tanturi, Aníbal Troilo, Horacio Salgán. Y entre los octetos el más famoso fue, sin duda, el de Astor Piazzolla. Hoy el tango se ha diversificado y diferentes grupos imponen su sello melódico. Podemos escuchar incluso tangos en versión rock, lo que no quita que las versiones de las orquestas típicas sea las más aplaudidas por el público tanguero.
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