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CONVERSEMOS DE TANGO CON LÁZARO WISNIA GUROVICH
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Veamos que nos dice el libro Conversemos de tango al respecto: “El eximio y popular músico y poeta, Ángel Gregorio Villoldo, nacido en el barrio de Barracas, en el sur de Buenos Aires, el 16 de febrero de 1861, es uno de los pioneros del tango. De hecho, ostenta el título de Padre del tango, honor tal vez un poco exagerado, porque fueron muchos los autores que participaron en las circunstancias que originaron esta música. Enormemente prolífico, compositor, músico, cantor, actor, fue de los primerísimos en llevar el tango a París. Poseía una personalidad fascinante y pintoresca. Su gravitación en el tango fue tan importante en sus inicios y desarrollo que lo hizo merecedor del apelativo que ya mencionamos. Fue, además, un gran transformador de tanguillos españoles, cuplés y habaneras, ritmos a los que dio el sonido característico del Río de la Plata”.
Algunas de sus composiciones más destacadas son: El choclo; Brisas rosarinas; La morocha; El bohemio; La farra en el cabaret, entre otras. Acá les dejamos, para que disfruten, escaneando el QR, el tango “El choclo” en su versión original en una grabación de 1912 en París con guitarras.
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En sus inicios, el tango fue interpretado con instrumentos tales como arpa, violín y flauta, que con el paso del tiempo fueron siendo reemplazados por otros. En el libro Conversemos de tango, sobre el tema, se cuenta lo siguiente:
“La melodía provenía, en sus inicios, de modestos tríos compuestos por un conjunto de arpa, violín y flauta, a veces con el agregado del acordeón, que procedía de Italia, o de un mandolín. Pero no siempre fue así, en general, en la realidad en que se vivía, el conjunto se formaba como se podía, es decir, con la cantidad de músicos que se tuvieran a mano, incluyendo arpistas, mandolinistas, acordeonistas e intérpretes de otros instrumentos, luego desterrados para siempre del tango”.
Al respecto, se puede decir que en un principio estaban el arpa, violín, flauta. Luego fueron guitarra, violín y flauta. Posteriormente se incorporaron, piano y bandoneón. Actualmente algunos grupos incluyen percusión e incluso guitarra eléctrica. En todo caso, el ritmo del tango es siempre reconocible sean cuales sean los instrumentos con que se le interprete.
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El tango puede ser bailado de muchas maneras, desde el estilo arrabalero hasta los estilos de salón y competencia. ¿Qué nos dice el libro Conversemos de tango? Nos cuenta que: “Se dice que bailar tango es como “caminar haciendo firuletes”. Esta definición ilustra el espíritu del baile sin demasiada teoría, bailar tango es caminar dibujando, acariciando el piso. Las posibilidades coreográficas que posee el baile del tango son infinitas, y en contraposición el tango es la danza de la improvisación por excelencia, constituyendo un espectáculo de una enorme belleza”.
Luego agrega que “El tango tiene a la pareja como unidad básica e indivisible. La mujer seduce (y se luce) y el hombre conduce. Es el hombre el que, a través de su abrazo, contiene a la mujer, la dama se desenvuelve en todo el baile bajo el amparo del mismo. La actitud de entrega de la mujer deja entrever que el que manda es el hombre, él decide los movimientos, las velocidades, los momentos. Sin embargo, la tarea de la mujer no pierde importancia: ella debe acompañar en todo momento la propuesta del hombre e interpretarlo en un juego de seducción donde la fragilidad y delicadeza de su desempeño tienen un papel preponderante. Esta relación es la base del tango”.
Hoy el tango se baila en todo el mundo, donde en cada lugar se le pone de su propia cosecha, aunque sin perder el sentido y ritmo original.
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Conversemos de tango, un libro que todo amante del tango debe tener.
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Los primeros tangos carecían de letra, eran solo música y se considera que las primeras composiciones datan de alrededor de 1874, y quizás antes. En el libro Conversemos de tango se cuenta que el tango “tuvo su nacimiento en los ambientes populares, en los aledaños del puerto, en los cafetines y quilombos en los alrededores de la Vuelta de Rocha, en las milongas en patios de tierra, en las “carpas” donde se entrecruzan, carreros, peones de los hornos de ladrillos, cansinos, pequeños artesanos en tren de diversión barata, inmigrantes y obreros de las primeras fábricas. Son las etapas iniciales del tango, el Prototango y la Guardia Vieja” (…) “De esos años prehistóricos del tango se pueden rescatar otros títulos como “No me tires con la tapa de la olla” y “Andate a la Recoleta”, compuestos entre 1874 y 1885. Son primitivos tangos que hoy han quedado como una curiosidad y sus autores en la bruma que todavía envuelve aquella parte de la historia del tango. También están aquellos tangos compuestos entre 1896 a 1905, cuando el tango era todavía reo, alegre. Un conjunto de obras que aún mantienen su vigencia, con una alegre transparencia de cosa joven y en plena germinación, llenas de esa dichosa claridad de las obras iniciales. Tangos primitivos a la usanza de la Guardia Vieja, advirtiendo que las letras fueron adecentadas, dado que las originales mantenían un léxico poco recomendable”.
En sus inicios, los primeros tangos se bailaban en los burdeles, en los arrabales, en las orillas, como un jolgorio y embrujo que invadía la sensibilidad, convirtiendo en concurridas fiestas el momento del baile del tango. Incluso, en un principio, solo se bailaba entre hombres. De hecho, el escritor y cultor del tango, Rafael Flores Montenegro, ha llegado a comparar aquellos momentos con las dionisias de la Antigua Grecia. Por esas razones, en un principio el tango fue denostado por la iglesia y prohibido por la oligarquía rioplatense. Sin sospechar que esa barrera clasista terminaría caer estrepitosamente alcanzando el tango en las décadas venideras aceptación y fama mundial.
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Muchos se habrán percatado al escuchar el tango “Tiempos viejos”, de Francisco Canaro y Manuel Romero, que en una de sus estrofas dice: ¿Te acordás, hermano, la rubia Mireya,/ que quité en lo de Hansen al loco Cepeda? Pero que en otras versiones el segundo verso se canta: que quité en lo de Hansen al loco Rivera? Entonces surge la pregunta ¿Qué pasó, Cepeda o Rivera?
La razón del cambio radica en que Carlos Gardel solicitó a los autores hacerlo, a lo que accedieron. La alusión en la letra era al poeta Andrés Cepeda (1869-1910), amigo de Gardel y que en su primera grabación, en 1912, junto a Razzano, había grabado algunos de sus poemas musicalizados. Entre ellos “Pobre madre”, “La mariposa” y “Yo sé hacer”. Cepeda había perdido la vida dos años antes en una riña en el Paseo Colón, frente al café La Loba Chica, y Gardel le tenía gran estima y admiraba su poesía, y quizás también le causaba solidaridad su trágica existencia. Andrés Cepeda escribió la inmensa mayoría de sus poemas en la cárcel, hasta donde llegó en varias oportunidades acusado de diferentes delitos, riñas, hurtos, ebriedad. Aunque se cree que la verdadera razón por la que fue víctima de la persecución de la policía obedeció a su condición de anarquista y homosexual. Se le llegó a conocer como “El divino poeta de la prisión”.
En todo caso, la vida de Cepeda está rodeada de pasajes oscuros y mitos, tanto en relación a su condición como de las razones que lo llevaron a la muerte. Incluso no se sabe el nombre de su asesino, pues en su agonía, cuando la policía le preguntó quién lo había herido de muerte, se negó a decirlo, porque como lo cuenta parte de la leyenda, Cepeda podría haber sido un “bufarracho”, pero no un “batidor”, como bien lo cantan en un tango que inspiró: “Sangre maleva”.
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Uno de los intérpretes más notables del tango es sin duda Edmundo Rivero, cantó como solista y en orquestas, dejando una impronta imborrable en la historia del tango. Con la orquesta de Aníbal Troilo grabó tangos inolvidables. Edmundo Rivero fue además compositor y fundador, en 1969, del legendario “El Viejo Almacén”, tanguería ubicada en el barrio de San Telmo.
Acá les dejamos 3 QR con algunas de las más famosas interpretaciones de Edmundo Rivero: “Sur”, Yuyo verde” y “Malena”.
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¿Qué es el tango? Pregunta el autor Lázaro Wisnia Gurovic en su libro Conversemos de tango.
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En la foto: Músico argentino Osvaldo Piro, bandeonista (Orq. típica), durante su actuación en un festival. Año 1972.
El bandoneón y el tango van de la mano, sin duda alguna. Acá compartimos la apreciación de dos visiones: “Óscar Zucchi, historiador e investigador argentino, especializado en el tango y dentro de ese campo en el bandoneón, y autor de una gigantesca historia bandoneonística del tango, editada por la editorial argentina Corregidor, explica que, hasta su advenimiento, en la segunda década del siglo XX, los bandoneonistas tenían tendencia a remedar con el instrumento al organito ambulatorio y a la flauta, gradualmente desplazada de los primitivos cuartetos”.
Por su parte, Gustavo Varela, filósofo y músico, dice: “el bandoneón produce necesariamente una escucha tanguera. Lleva para un lado que tiene que ver con el tango. Pero es un enorme misterio que el bandoneón sea el instrumento del tango. Es complejo, caro, muy raro y difícil de tocar (tiene cuatro teclados). Pesa siete kilos: ¡Hay que tocarlo colgado! Inventado en Alemania, en el siglo XIX, efectivamente con él se llevaba música a las procesiones religiosas. Tiene un sonido de una profundidad y unos graves extraordinarios, permite un bajo continuo que predispone a la religiosidad. Me fascinaba escuchar a Ernesto Baffa tocando Bach con el bandoneón. Al parecer, llegó durante la Guerra del Paraguay, traído por José Santa Cruz, un negro que tocaba en los momentos en que descansaban de la batalla. Podría haber sido otro instrumento, podría haber sido el acordeón o piano que es más fácil y, sin embargo, para el tango quedó el bandoneón”. “El tango —insiste Varela— tiene algo excepcional: es un ritmo sin instrumentos rítmicos. El único instrumento percusivo es el piano, que es más bien melódico que percusivo. La mano izquierda toca la base rítmica. El primer tango, “El Entrerriano”, fue compuesto arriba de un piano. Su presencia motorizó al tango”.
El bandoneón le dio al tango el sello definitivo. Instrumento sentimental, pero dramático y profundo, a diferencia del sentimentalismo fácil y pintoresco del acordeón, terminaría por separarlos para siempre del firulete divertido -del tango reo y alegre- y de la herencia candombera.
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