Reseña de Alejandro Lavquén para Conversemos de tango

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Reseña de Alejandro Lavquén para Conversemos de tango

En esta ocasión, el editor y escritor chileno Alejandro Lavquén nos da su reseña del libro Conversemos de tango de Lázaro Wisnia Gurovich.

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SUS OJOS SE CERRARON…

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SUS OJOS SE CERRARON

Seguimos celebrando esta semana de San Valentín con otro tango donde el amor se estremece y la muerte entumece la melodía y el canto, “Sus ojos se cerraron”. Compuesta por Carlos Gardel y Alfredo Le Pera e incluida en la película El día que me quieras (1935), acá el Zorzal Criollo realiza una desgarradora y notable interpretación. Les dejamos parte de la letra y un video para que la puedan escuchar.

EXTRACTO LETRA

Sus ojos se cerraron
Y el mundo sigue andando
Su boca que era mía
Ya no me besa más
Se apagaron los ecos
De su reír sonoro
Y es cruel este silencio
Que me hace tanto mal

Fue mía la piadosa
Dulzura de sus manos
Que dieron a mis penas
Caricias de bondad
Y ahora que la evoco
Hundido en mi quebranto
Las lágrimas trenzadas
Se niegan a brotar
Y no tengo el consuelo
De poder llorar

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El tango se hizo pueblo, reflejo social y abrazo, se hizo canción

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El tango se hizo pueblo, reflejo social y abrazo, se hizo canción

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UNA MIRADA QUE DESMIENTE AL TÍPICO MACHO TANGUERO

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EL TANGO Y LOS BARRIOS

Magali Saikin, autora del libro “Tango y género” (Identidades y roles sexuales en el tango argentino), se mete de lleno en un tema espinoso y revisa historias, letras y modismos para arribar a conclusiones que enardecerán a más de un dogmático. Sin duda un tema para la polémica.

“¿Que el tango, escrito y cantado por hombres, coloca a la mujer en la conveniente dualidad madre santa/prostituta? Bueno, es solo en algunas letras. ¿Pero que tiene además un importante contenido homosexual? ¡Vade retro! ¿Que al principio se bailaba entre hombres? ¡Por favor, era para practicar, no había mujeres a mano! ¿Que las primeras cancionistas se vestían de hombres? Sería para abrirse camino. ¿Qué, en un clásico como Malevaje, el guapo “pierde el cartel” porque se va con otro guapo? Suena a exceso de interpretación. ¿Qué hay huellas comprobables de homosexualidad en mitos tangueros como Azucena Maizani, Eduardo Arolas, Agustín Magaldi y hasta… Carlos Gardel? Parece demasiado. Magalí Saikin, argentina residente en Alemania, se atreve a enfrentar un canon complicado con estas afirmaciones en “Tango y género”, el libro que surgió de su tesis de doctorado. Y lo que encuentra, en un minucioso trabajo de búsqueda y reconstrucción, es una importante zona del discurso que quedó censurada por la oficialidad del tango, regida por la norma hetero”.

“Con ir a los textos populares del 1900 se encuentran huellas homoeróticas implícitas y explícitas. Hay mucho material que tematiza la homosexualidad de los proxenetas: “Por Riobamba y por Junín/ por Ayacucho y Corrientes/ yira una barra valiente/ de cafishios sin bulín/ con el loco berretín/ de saber tirar la daga. Y de tan mentada plaga/ encontrarán para mi ver/ cafishios que han de tener/ el orto lleno de llagas”. Autores como Juan José Sebreli analizan este personaje arquetípico, el “compadrito de la orilla homosexual”, “el chongo”. Pero, en la compilación, el tango se ocupó de filtrar estos textos. Fue un discurso silenciado, y hay que rastrearlo con lupa. Yo fui a los manuales de criminología y psiquiatría, porque el positivismo hegemónico de la época veía a la homosexualidad como una enfermedad a extirpar. Y en el de Francisco De Veyga, de 1903, me sorprendió encontrar definido el lunfardo como “pederasta de condición”. En su época de compadrito, el chongo fue ampliamente registrado por la criminología, donde se entrecruzan el proxenetismo, la homosexualidad, la prostitución masculina y los lunfardos”.

“No digo que el lunfardo haya sido solo homosexual. Digo que tiene huellas impresionantes de homosexualidad. Pensemos en expresiones repetidas como la de “cafishio del café con leche”, como llamaban burlonamente los rufianes extranjeros a los nativos. Las versiones oficiales explican este apodo por “la parsimonia y modestia del cafishio, capaz de pasarse un día entero meditando delante del café con leche”. Pero vas a los diccionarios de argot español y encontrás que, en todos, sin excepción, la definición es “pederasta pasivo”.

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¿ES EL TANGO SENTIMENTAL?

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¿ES EL TANGO SENTIMENTAL?

13 ene_lwisnia

En las primeras décadas de 1900 no había radio y el cine era mudo, así que el teatro, la única otra entretención, era muy popular. Los que más tarde llegaron a ser los Poetas del Tango (así, ¡con mayúsculas!) como Pascual Contursi, Celedonio Flores, Emilio Fresedo, José Rial, Horacio Pettorossi, Alfredo Le Pera, Enrique Cadícamo, Enrique Santos Discépolo, Eladia Blázquez, Cátulo Castillo, Homero Manzi, José María Contursi, Ivo Pelay, Enrique Maroni y Homero Expósito, por citar los más consagrados —y por supuesto Carlos Gardel como poeta—, fueron en su mayoría gente de teatro que escribían versos para las obras en escena, muchas incluyendo lunfardo. Podemos decir entonces que la canción de tango fue alumbrada por el teatro. Se suele comparar al tango con una pieza de teatro dramática. El cantor de tango está contando un drama.

Y fue el propio Carlos Gardel quien decidió que así fuera, porque elegía interpretar y poner melodía a los versos que contaran los sentimientos del hombre de la ciudad, sus personajes, lenguaje, lugares e idiosincrasia, en especial el espíritu de la gente. Jorge Luís Borges decía que no le gustaba escuchar a Gardel porque hacía llorar a los porteños con sus tangos. Efectivamente podemos encontrar en las letras del tango muchos rasgos de la personalidad de Gardel. José Razzano, su acompañante artístico por muchos años decía que a veces lo encontraba melancólico y pensativo, como guardando una intensa pena.

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EL CAFISHIO (O CAFICHE) EN EL TANGO

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EL CAFISHIO (O CAFICHE) EN EL TANGO

6 ene_lwisnia

Las letras de tango nos presentan a muchos personajes del acontecer citadino, entre ellos el “Cafishio”. Acá les dejamos una semblanza de este controvertido y delictual personaje.

“Cafishio el que vive explotando a la mujer —a quien posee— para su propio beneficio. Buenos Aires (en la época que abordamos) está plagado de prostitución (6.000 prostíbulos). El cafishio, conocido asimismo como rufián, fioca o canfinflero, es un personaje central en un gran número de tangos, como villano y a veces como héroe. Tenía la tarea de proveer de mujeres a los burdeles de la ciudad. Su profesión consistía en explotar a las féminas y captar nuevas pupilas, aunque no llegaba a tener más de dos. Era un trabajo artesanal basado en la pinta y la seducción personal, la labia. Muy diferente de la trata de blancas, con un perfil empresarial que se instaló en Buenos Aires a comienzos del siglo XX y con la cual el cafishio tuvo que competir. Junto con su pupila, el rufián formaba la pareja tutelar, curiosa relación ya que, a causa de la división del trabajo, él era la parte pasiva, el mantenido, mientras ella la activa y laboriosa”.

Bastan aquí, para botón de muestra, los siguientes versos populares:
“Canfinfle, dejá esa mina! ¿Y por qué la voy a dejar? Si ella me calza y me viste. Y me da para morfar…”.

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CONVERSEMOS DE TANGO CON LÁZARO WISNIA GUROVICH

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CONVERSEMOS DE TANGO CON LÁZARO WISNIA GUROVICH

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LOS ORGANITOS CALLEJEROS

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LOS ORGANITOS CALLEJEROS

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Los organitos callejeros fueron sin duda grandes difusores del tango, su presencia ambulante por los diferentes barrios fueron un atractivo que se ganó el cariño de la gente, que bailaba el tango al compás de la música de los organitos. En su libro, el Dr. Lázaro Wisnia nos cuenta que: “Los organitos callejeros difundieron el tango por los barrios, era muy común ver bailarlo en las calles, muchas veces entre hombres. Porque como hemos visto antes, en los comienzos el tango se bailaba, con frecuencia, entre hombres. No se atrevía la mujer a participar en esta danza, tenida por lúbrica y procaz. Nos referimos a mujeres en el concepto tradicional, de familias, honestas y decentes. Las “otras”, las pecaminosas, sí aparecen asociadas al tango desde sus primeros días. Pero, además, no había mujeres suficientes, solo una por 8 a 10 hombres”.

Dado lo anterior, y a falta de las tecnologías que dieron paso al gramófono y a los discos grabados —tampoco existía la radio—, la contribución de los organitos ambulantes fue significativa. De hecho los autores del tango los incluyeron en varios de sus títulos y letras. Entre los más conocidos podemos mencionar: “El Porteñito”, “Organito de la tarde”, “Ventanita de arrabal” y “El último organito”. Los primeros tangos de los organitos fueron “El otario”, “Nueve de Julio” y “La Morocha”.

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EL BANDONEÓN DE LA MANO DEL TANGO

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EL BANDONEÓN DE LA MANO DEL TANGO

En la foto: Músico argentino Osvaldo Piro, bandeonista (Orq. típica), durante su actuación en un festival. Año 1972.

El bandoneón y el tango van de la mano, sin duda alguna. Acá compartimos la apreciación de dos visiones: “Óscar Zucchi, historiador e investigador argentino, especializado en el tango y dentro de ese campo en el bandoneón, y autor de una gigantesca historia bandoneonística del tango, editada por la editorial argentina Corregidor, explica que, hasta su advenimiento, en la segunda década del siglo XX, los bandoneonistas tenían tendencia a remedar con el instrumento al organito ambulatorio y a la flauta, gradualmente desplazada de los primitivos cuartetos”.

Por su parte, Gustavo Varela, filósofo y músico, dice: “el bandoneón produce necesariamente una escucha tanguera. Lleva para un lado que tiene que ver con el tango. Pero es un enorme misterio que el bandoneón sea el instrumento del tango. Es complejo, caro, muy raro y difícil de tocar (tiene cuatro teclados). Pesa siete kilos: ¡Hay que tocarlo colgado! Inventado en Alemania, en el siglo XIX, efectivamente con él se llevaba música a las procesiones religiosas. Tiene un sonido de una profundidad y unos graves extraordinarios, permite un bajo continuo que predispone a la religiosidad. Me fascinaba escuchar a Ernesto Baffa tocando Bach con el bandoneón. Al parecer, llegó durante la Guerra del Paraguay, traído por José Santa Cruz, un negro que tocaba en los momentos en que descansaban de la batalla. Podría haber sido otro instrumento, podría haber sido el acordeón o piano que es más fácil y, sin embargo, para el tango quedó el bandoneón”. “El tango —insiste Varela— tiene algo excepcional: es un ritmo sin instrumentos rítmicos. El único instrumento percusivo es el piano, que es más bien melódico que percusivo. La mano izquierda toca la base rítmica. El primer tango, “El Entrerriano”, fue compuesto arriba de un piano. Su presencia motorizó al tango”.

El bandoneón le dio al tango el sello definitivo. Instrumento sentimental, pero dramático y profundo, a diferencia del sentimentalismo fácil y pintoresco del acordeón, terminaría por separarlos para siempre del firulete divertido -del tango reo y alegre- y de la herencia candombera.

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